
MEDITACIÓN Y RELAJACIÓN
domingo
¡LA VIDA ES ESTO!
jueves
LA PLUMA
La “pluma” es una palabra del argot homosexual que designa la existencia de rasgos y gestos femeninos en hombres, así como masculinos en mujeres. Hasta ahí una definición casi académica, pero la palabra pluma es algo más, pues crea categorías sociales: los-que-tienen-pluma, frente a, los-que-no-tienen-pluma. Categorías que están cargadas de prejuicios y malentendidos que me gustaría analizar, pues se dan incluso entre los propios gays y lesbianas. Y nos hacen mucho daño a todos, por su carga latente de homofobia. Hagámonos primero algunas preguntas: ¿Tiene que ver tener pluma con ser “un verdadero hombre” o una verdadera mujer”? ¿Está la pluma condicionada por los genes o es algo aprendido culturalmente? ¿Implica tenerla que se sea gay o lesbiana? ¿Las prácticas sexuales están condicionadas por la pluma (ser activo o pasivo)? ¿Qué oculta el rechazo a la pluma? En la sección de contactos de cualquier revista gay la gente se define a sí misma y lo que busca utilizando adjetivos, casi siempre, positivos: cariñoso, romántico, sincero, libre, divertido, que tenga ganas de vivir, limpio, formal, responsable, tierno... Algunos se presentan como viriles, machotes, masculinos...pero ¡que curioso! la única cualidad que se expresa en negativo es: “sin pluma”, o “no afeminado”. No hay ejemplos de: sin gafas, o abstenerse calvos, o fuera intelectuales, o no ariscos. No importa que el chico que se presente a la cita fume, venga con su madre, sea un rácano, o mida 2.40. Si le preguntáramos a algún demandante de estas secciones por qué no incluye otras características negativas podría contestar: “Bueno, sí que hay, pero como serían tantas las cosas que no me gustan pongo la más importante: que no sea afeminado”. Así ¿quién es el “machote” que se atreve a definirse como “chico con pluma”? Los que tienen pluma son los nuevos apestados. ¿Qué tiene de malo tener rasgos o modos de ser femeninos, para que se dé tal nivel de intolerancia y desvalorización? ¿O rasgos masculinos en las mujeres? Por que ellas también reciben calificativos despectivos como “camioneras” y “marimachos”. Desde hace más de un siglo se asoció afeminamiento con homosexualidad y con pasividad o debilidad . No siempre había sido así. Y desde que se desarrolló el movimiento gay en los últimos treinta años, también está cambiando. Esperemos que esta imagen única del homosexual desparezca pronto con el aumento de visibilidad y la salida del armario de personajes famosos que sirven de modelos muy variados. Así el ataque no se centrará en los que tienen pluma, como si fueran los chivos expiatorios, ¡que vaya cruz! Y así los que pretenden ponerse a salvo tras su máscara de macho con pedigrí, sabrán que la lucha por cambiar la realidad homosexual es una lucha de todos, y no sólo de los que “se les nota”. De hecho han existido momentos, en la lucha reivindicativa, en los que se ha favorecido la pluma, como táctica de lucha. “¿No quieres sopa? pues dos tazas.” Para poner en evidencia los niveles de intolerancia y homofobia de la sociedad. Y de cómo sólo está dispuesta a aceptar, en algún caso, a homosexuales “normales”. Y sólo si se portan bien. Es decir que se ajusten a los estereotipos de hombre y mujer que marcan los cánones heterosexuales. Todos estos prejuicios heredados de la cultura heterosexista, hacen que mucha gente sufra una intolerancia doble: por ser homosexuales y por ser afeminados. Dándose esta exclusión social incluso en el propio ambiente gay. Al rechazar a los que tienen pluma están rechazando, en el fondo, a los que tienen una orientación homosexual. Es como si dijeran: “El homosexual eres tú, que pareces una nena. Yo soy un hombre, aunque me acueste con otro hombre. Estar contigo sería recordarme que soy homosexual, o que los demás lo puedan pensar de mí”. ”Yo busco un hombre de verdad”. ¡Toma esa! ¿Entonces que son los afeminados?
lunes
PSICOLOGÍA DEL ARMARIO
Hemos asumido la palabra inglesa closet en su traducción castellana, armario, como metáfora de la situación de secreto u ocultación con la que se vive la realidad homosexual. “Salir del armario” representaría el proceso por el que uno va asumiendo una identidad gay o lesbiana, y más tarde va desvelándolo a las personas que tiene en su entorno. Implica la lucha contra temores, vergüenzas o sentimientos de culpa, interiores, y contra una realidad social homófoba, que nos obligan a mantenernos velados. La idea de armario parece indicar que es un espacio cerrado, en el que uno puede ocultarse, protegerse, salir o entrar, vivir en él, a pesar de las limitaciones e incomodidades, y de cierta soledad. Hoy en día ese espacio va adquiriendo nuevas características, en función de los cambios sociales tan grandes que estamos viviendo, pero sigue existiendo (y haciendo daño) y todas y todos estamos en algún grado metidos en él, en gran parte de nuestra vida (aunque sea de forma intermitente). En un primer momento de asunción de la posible identidad homosexual, el adolescente, o adulto, se encierra en el espacio de la propia mente, con la idea de ver hasta qué punto es gay o lesbiana, y si eso será para siempre. Puede ser que este pensamiento se pueda comentar con alguien, pero lo habitual es pasar los primeros momentos solos y, frecuentemente, avergonzados o asustados, por esa posibilidad: ¿Cómo va a cambiar mi vida? ¿Cómo se lo voy a decir a mis amigos o a mi familia? ¿Cómo se lo van a tomar? ¿Me hará diferente? ¿Me hará desgraciado? ¿Ya no podré tener una familia o una pareja “normal”?... Estos pensamientos conllevan una repercusión social: el secreto y la autolimitación de las conductas, por miedo a ser descubiertos (en un entorno homófobo). Los adolescentes actuales no ven precisamente aceptación en su entorno escolar o familiar, aunque algunos sí la tengan; temen defraudar a sus familiares o amigos, o temen ser rechazados. ¿Cómo aceptarlo? ¿Cómo decirlo? ¿A quién? ¿Cuándo?... (Y si es un adulto, con toda una vida como heterosexual) ¿Qué va a pasar con su estatus social, laboral o familiar? ¿Y sus hijos? Por eso el armario es un espacio de reclusión, obligado, en un primer momento; que protege, pero también aísla; limita las posibilidades de relación y de expansión personal. Y no favorece ni la espontaneidad, ni la expresión de los verdaderos sentimientos, ni el desarrollo personal de forma completa. Además de exigir una cantidad de energía, para estar manteniendo la ocultación. Es un refugio virtual, que para que nos oculte hay que estar continuamente levantándolo con evasiones, mentiras, falsas alusiones, secretos, excusas… nada muy liberador, ni positivo para la propia autoestima. De hecho genera falta de concentración, tristeza, inhibiciones, auto-rechazo, disminución de la auto-estima, ansiedad, temor, sentimientos de vergüenza o culpa, e incluso, a veces, trastornos psicosomáticos, depresión, y otros trastornos psicológicos (Incluyendo el intento, o la realización, de suicidio). Eso no significa que no tenga algunas ventajas: permite sentirse seguros, controlar la situación, explorar la propia sexualidad sin interferencias de padres u otros adultos... Pero los inconvenientes anteriores hacen que cuanto antes uno salga (ante el máximo número de personas y situaciones y cuanto más tiempo) mejor. Estas salidas no son definitivas, pues como la sociedad tiende a dar por hecho que uno es heterosexual, mientras no diga o se demuestre lo contrario, nos lo pueden estar levantando desde afuera. Y a veces podemos dudar si merece la pena salir de él (por enésima vez). Esta experiencia del armario es única y consustancial con la homosexualidad. En general los otros grupos que pueden ser marginados o rechazados por la sociedad: etnias, razas, sexos, discapacitados…nunca pasan por un armario. (Quizás los practicantes de alguna religión minoritaria, en época de persecución). Y la sociedad, no lo tiene en cuenta a la hora de valorar el sobreesfuerzo con el que tenemos que vivir. Eso lo notan muchísimo los que en su centro de trabajo o escolar, tienen que estar continuamente ocultándose. O los que en su familia no pueden dar explicación de su situación afectiva. Es difícil que en el desarrollo psico-social de los gays y lesbianas, no tenga que haber un “armario”, pues, incluso aunque uno no quiera, alguien lo va a poner desde afuera. Y en la adolescencia es normal pasar por un momento de aclaración en soledad. Pero al menos debemos procurar que sea leve, que no dure, que tenga más ventajas que inconvenientes, y que sea voluntario. Que no implique aislamiento, ni dolor. Ni que el que lo habite crea que es el único ser de la tierra que pasa por esa experiencia, sino que tenga información y recursos, para poder aclararse, decidir, apoyarse para la salida, y que pueda tener perspectivas esperanzadas de futuro, que lo de afuera sea visto como un horizonte de realización y felicidad. Y para eso los educadores, psicólogos, médicos y personal asistencial, deberían conocer esta realidad, para poder ayudar a los que la padecen e intervenir en los casos que pueda ser necesario, para evitar tanto sufrimiento. Los adolescentes y adultos en duda, deberían poder tener más recursos a mano, como teléfonos de atención, grupos de ayuda, centros de información, y sobre todo personas concretas, dispuestas a darles motivos de esperanza y de ilusión al vivir esta orientación sexual.
miércoles
ADOLESCENTES GAYS: UNA ASIGNATURA PENDIENTE
sábado
CULTIVAR LA AMISTAD
Los amigos constituyen un aspecto muy importante de nuestras vidas, que no debemos descuidar. En muchos casos se convierten en nuestra “familia de elección”. Sobre todo para los que han sufrido el ostracismo familiar. En general, nos hacen sentirnos valiosos y queridos; nos sirven de compañía, de consuelo, de cuidadores, de consejeros...y nos permiten quererles y compartir la vida. Por todo esto, y mucho más, es importante aprender a cuidar esas relaciones y si es posible mejorarlas. Una verdadera amistad es un tesoro, irrepetible, inintercambiable, que sólo se da, de esa forma, con esa persona concreta.
.Cultivar la amistad es un arte a desarrollar.
1. La amistad se fundamenta en el encuentro. No hay que retrasarlos demasiado. Como una planta a la que se riega, la amistad tiene su ritmo, y no puede dejar de regarse.
2. Hay que compartir los momentos importantes: alegrías, acontecimientos vitales, duelos, logros... y hacer cosas juntos, aunque sean triviales: ir al cine, o de compras, o salir con la bici. Si es posible, en intimidad, sin otros testigos, para que florezca la vivencia de que se es importante el uno para el otro y se tiene disponibilidad, aunque sea limitada.
3. La sinceridad y el comunicar los verdaderos sentimientos son como el buen clima que necesita para su desarrollo. No se puede mentir al amigo. Destruiría la confianza. E igual si no se le expresa lo que preocupa, lo que se teme, lo que se disfruta.
4. Cualquier pretexto es bueno para hacer una llamada, para mandar una postal (aunque el amigo viva en la misma ciudad), para enviar un mensaje al móvil. Sabrá que pensamos en él.
5. El mayor regalo que podemos hacer a un amigo es nuestra escucha, nuestra constancia, nuestra disponibilidad sin condiciones. Por eso los verdaderos amigos no suelen hacerse regalos excesivos que tienden a deslumbrar o seducir, o que pueden crear una sensación de deuda.
6. El abuso, la utilización, la búsqueda de provecho propio son incompatibles con la amistad. Así como el egoísmo o la falta de generosidad.
7. Tampoco podemos pedir al amigo algo que le obligue a ser injusto, a mentir, a favorecernos indebidamente. Le obligaríamos a vivir el dilema de tener que traicionar a su forma de ser o traicionar a la amistad. Y la amistad implica una ética de respeto absoluto a la libertad y la forma de ser del otro.
lunes
SIN PRESERVATIVO: ¡NO, GRACIAS!
Una vida sin riesgos es imposible; y probablemente sería aburrida y estéril. Pero una cosa es asumir riesgos y otra jugar cada día a la ruleta rusa, por el hecho de querer tener relaciones sexuales. Y eso es lo que hacen los que realizan prácticas de riesgo, sin preservativos. (Al menos con las personas de las que desconocen si son seropositivas, es decir si están contagiadas del VIH). Siempre, siempre, siempre hay que usar preservativos en prácticas de riesgo. El problema está en que muchos, llegado el momento, transigen y lo hacen, a pesar de no estar muy de acuerdo. Caso típico de los que se inician en el sexo, o de los que practican un sexo furtivo y ocasional. Muchos adolescentes dan prioridad a la búsqueda de intimidad o reconocimiento por sus iguales, frente a cualquier tipo de riesgo. Es importantísimo aprender a decir que no, cuando realmente no queremos ponernos en riesgo de contraer esta enfermedad tan grave. Hay gente que se siente débil para tener fuerzas y decirlo. Algunos porque el sexo lo viven casi como una adicción y están dispuestos a lo que sea con tal de hacerlo. Otros por timidez e inseguridad, lo que les lleva a pensar que si desaprovechan las oportunidades igual no vienen otras. O por no desagradar al otro y vivir un rechazo. O por puro narcisismo y omnipotencia, creyendo que a ellos jamás les va a ocurrir eso; que sólo les pasa a los tontos, a los torpes, a los otros...Los varones seguimos teniendo la obsesión por la penetración, como si el “verdadero” sexo, el “bueno”, fuera ese, y no hubiera nada más (caricias, besos, ternura, masturbaciones mutuas...) Está el mito de que “eso otro” es insatisfactorio. Y seguimos creyendo que se demuestra lo que se vale, a través de las conquistas, con lo cual difícilmente se puede desaprovechar ninguna. Si a todos estos inconvenientes le añadimos unas copitas o cualquier otra droga que nos disminuya el estado de alerta o la voluntad, tenemos la suerte echada. Y en el tema del SIDA, no es cuestión de suerte, sino de elección. Si elegimos un tipo de sexualidad dirigido al placer, a la libertad y a la vida, tenemos que prepararnos para conseguir no pasar ni una posibilidad de claudicar y ceder (y acabar haciéndolo sin preservativo). Si es necesario tenemos que ensayar lo que se le diría a una potencial pareja, incluso dramatizándolo con algún amigo que se preste. Y tener siempre el preservativo a mano, en cualquier situación.
MIEDO AL RECHAZO
martes
VÍCTIMAS COLATERALES DE LA HOMOFOBIA
HOMOFOBIA ENCUBIERTA
lunes
LOS REPROCHES
Entre las formas de comunicación que tiene la pareja, hay una, especialmente negativa, que es el reproche. Es un uso del lenguaje como arma arrojadiza, como objeto. Lo que se dice va destinado a provocar una reacción emocional en el otro, y no comunica nada, ni busca un diálogo. La expresión “echar en cara algo” deja de ser metafórica, para convertirse en “arrojar un objeto contundente a la cara del otro”. Muchas veces la frase de reproche empieza con los adverbios siempre o nunca. Por ejemplo: “Nunca pones la lavadora”. “Nunca me escuchas”. “Siempre llegas tarde”. O son frases categóricas del tipo: “Eres el más torpe del mundo”. “No se puede confiar en ti”. “Todo lo que dices es para confundirme”. A veces son cosas que no se pueden rebatir, pues son afirmaciones tan generales, que algo de razón pueden tener. Es verdad que ocasionalmente uno puede no escuchar, o no pone la lavadora. Pero ¿siempre, nunca, todo, nada? Los reproches buscan torpedear al otro, en su autoestima. Son cosas ya dichas mil veces, que se sabe van a hacer daño. Ese es su destino el daño. Crean rabia y bloquean la capacidad de pensar. Hay que aprender a informar al otro de lo que no nos gusta, pero sin reprochar. Así como a pedir, sin coacción. No es lo mismo decir simplemente ¿me puedes pasar el pan?, que ¡Hay que ver que ni se te ocurre ofrecerme pan! Después de una frase así, el otro queda bloqueado, pues aunque pase el pan, ya lo hará sin sentirse reconocido, y con el cabreo que da ser acusado de falta de atención o cariño. El reproche, como forma violenta de comunicación que es, sólo puede generar más violencia. Es fácil que la cosa degenere en gritos y en bronca. Si uno tiene que decir algo que no gustó, es mejor precisar lo que fue concretamente: “Me molestó que antes dieras un portazo y me despertaras de la siesta”, que no decir “siempre andas dando portazos y molestando”. Si concreto, el otro podrá darse cuenta que hizo algo que molestó y que es corregible. Pero si digo la segunda frase, es como si no esperase cambio. Es un insulto, que constata la desesperanza de que el otro cambie. Traduce odio, lo que la primera frase no llega a tanto. Es mentira que el otro pueda aprender con los reproches. Ni se le invita a cambiar. Se le insulta, se le bloquea, se le rebaja, se le deja impotente. Es como si tuviera implícito “todo lo que puedas contestar, será utilizado en tu contra” .