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iniciativas que educan

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lgm

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das

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BULLYING

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elsa

MAXIMO POTENCIAL

quiero

mandela

mandela

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23

NR

NR

POESÍA

POESÍA




esc

CORTO

* MARIO ALONSO PUIG: "LA FELICIDAD ES DESCUBRIR EN LA VIDA EL SENTIDO DE NUESTRA EXISTENCIA" *


MEDITACIÓN Y RELAJACIÓN

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domingo

¡LA VIDA ES ESTO!

JOSE IGNACIO DÍAZ CARVAJAL - MÉDICO PSICOTERAPEUTA - SEVILLA
No siempre estamos muy conformes con la vida y la vivimos con pesimismo, pensando en la cantidad de sinsabores, de dolor, de sufrimiento, que contiene. A veces son las enfermedades, otras, las pérdidas, los desengaños y abandonos afectivos; las noticias de catástrofes que afectan a miles de personas; los conflictos con nuestra pareja; la frustración por no conseguir determinados objetivos; la falta de sentido, la sensación de vacío interior... Ésta es la cara negativa, pero la vida siempre tiene otra cara y tenemos que esforzarnos por encontrarla, para vivirla. Por que, insisto, siempre está ahí. Vivir un pequeño logro que nos hace ilusionarnos, conseguir disolver un conflicto con quien queremos,contemplar la belleza de las cosas y sentir nuestra propia presencia en el mundo. Es verdad que la felicidad no suele ser un estado emocional muy duradero, pero tampoco tiene que serlo la infelicidad. Estamos continuamente intentando corregir nuestros estados emocionales, buscando huir de los que son negativos: la angustia, el dolor, la rabia, la inseguridad, el vacío, la soledad. Pero nos empeñamos en negarlos o en querer darles la vuelta, cuando lo primero es vivirlos, aceptarlos, para así poder ir cambiándolos en el “aquí y ahora”. Es muy importante vivir el presente como el único momento real. El pasado ya ocurrió y no se puede modificar. El futuro no existe todavía. Y aunque podemos arrepentirnos de algo realizado, o temer algo por venir, no hay que darle a eso más peso que el necesario, para aprender del pasado y preparar buenamente el futuro. Nos tenemos que quedar viviendo en el presente, en el instante real en el que estamos. Eso permite dejar de amargarse por lo que no está, ni es. ¡Cuantas veces nos hemos agobiado por una posibilidad futura que nunca ocurrió! ¡Cuantas veces nos hemos mortificado inútilmente por cosas que sucedieron y que no podemos transformar! Por supuesto podemos intentar reparar las cosas que hicimos mal, pero no sirve lamentarse o culparse. Por otro lado podemos preparar el futuro, pero no estar asustados con fantasmas y temores que no han sucedido. El que vive angustiado por la muerte, no puede vivir el momento presente, aunque sea maravilloso. Busquemos la plenitud de cada momento; vivámoslo intensamente, con pasión. Para que cada día cuente. Que nos podamos sentir orgullosos de ese día a día, aunque no pase nada extraordinario. Por que la vida se vive en las pequeñas cosas, en los encuentros aparentemente banales, en las comidas, en los trabajos rutinarios, en las tareas domésticas...pero todo ello se puede vivir con un sentido de aceptación, buscándole su lado positivo y a veces precioso. Si vivimos las cosas en el presente, se hacen nuevas cada vez. ¡Podemos contemplar a nuestra pareja con los ojos del primer día, o la ciudad en la que vivimos con ojos de descubrimiento; mirar nuestra casa observando los detalles, o nuestro trabajo, como si fuéramos de otra profesión. La cuestión es poder ver, sentir, percibir lo que hacemos con intensidad y sin tenerlo tapado por el velo del aburrimiento, de la monotonía. La vida siempre cambia...y, si queremos, no tiene porque aburrirnos nunca. Exige despertar de nuestro periódico letargo, de nuestro acostumbramiento perceptivo, para descubrir que lo que tenemos entre manos no es tan conocido, tan vivido como creemos. Y que a partir de lo que vivimos podemos seguir creciendo, aprendiendo. ¿Cuantas veces no pasa que vemos una película que creemos muy vista y descubrimos montones de escenas, de situaciones, de diálogos, desconocidos? Pues así es la vida. Es siempre más rica de lo que nos parece. Y hay que descubrirla, desvelarla. Con una actitud de intentar encontrar motivos de ilusión, de placer, de disfrute, o de paz. Me viene al recuerdo la película “La vida es bella” de Roberto Begnini, en la que un padre, en la situación más extrema, hace, a su hijo, vivir la vida con ilusión. O el testimonio de Randy Pausch, en su libro “La última lección”, en el que sabiendo que va a morir, nos trasmite la importancia de vivir intensamente y disfrutando, con pasión, hasta el final.

jueves

LA PLUMA

JOSÉ IGNACIO DÍAZ CARVAJAL - MÉDICO PSICOTERAPEUTA -SEVILLA
La “pluma” es una palabra del argot homosexual que designa la existencia de rasgos y gestos femeninos en hombres, así como masculinos en mujeres. Hasta ahí una definición casi académica, pero la palabra pluma es algo más, pues crea categorías sociales: los-que-tienen-pluma, frente a, los-que-no-tienen-pluma. Categorías que están cargadas de prejuicios y malentendidos que me gustaría analizar, pues se dan incluso entre los propios gays y lesbianas. Y nos hacen mucho daño a todos, por su carga latente de homofobia. Hagámonos primero algunas preguntas: ¿Tiene que ver tener pluma con ser “un verdadero hombre” o una verdadera mujer”? ¿Está la pluma condicionada por los genes o es algo aprendido culturalmente? ¿Implica tenerla que se sea gay o lesbiana? ¿Las prácticas sexuales están condicionadas por la pluma (ser activo o pasivo)? ¿Qué oculta el rechazo a la pluma? En la sección de contactos de cualquier revista gay la gente se define a sí misma y lo que busca utilizando adjetivos, casi siempre, positivos: cariñoso, romántico, sincero, libre, divertido, que tenga ganas de vivir, limpio, formal, responsable, tierno... Algunos se presentan como viriles, machotes, masculinos...pero ¡que curioso! la única cualidad que se expresa en negativo es: “sin pluma”, o “no afeminado”. No hay ejemplos de: sin gafas, o abstenerse calvos, o fuera intelectuales, o no ariscos. No importa que el chico que se presente a la cita fume, venga con su madre, sea un rácano, o mida 2.40. Si le preguntáramos a algún demandante de estas secciones por qué no incluye otras características negativas podría contestar: “Bueno, sí que hay, pero como serían tantas las cosas que no me gustan pongo la más importante: que no sea afeminado”. Así ¿quién es el “machote” que se atreve a definirse como “chico con pluma”? Los que tienen pluma son los nuevos apestados. ¿Qué tiene de malo tener rasgos o modos de ser femeninos, para que se dé tal nivel de intolerancia y desvalorización? ¿O rasgos masculinos en las mujeres? Por que ellas también reciben calificativos despectivos como “camioneras” y “marimachos”. Desde hace más de un siglo se asoció afeminamiento con homosexualidad y con pasividad o debilidad . No siempre había sido así. Y desde que se desarrolló el movimiento gay en los últimos treinta años, también está cambiando. Esperemos que esta imagen única del homosexual desparezca pronto con el aumento de visibilidad y la salida del armario de personajes famosos que sirven de modelos muy variados. Así el ataque no se centrará en los que tienen pluma, como si fueran los chivos expiatorios, ¡que vaya cruz! Y así los que pretenden ponerse a salvo tras su máscara de macho con pedigrí, sabrán que la lucha por cambiar la realidad homosexual es una lucha de todos, y no sólo de los que “se les nota”. De hecho han existido momentos, en la lucha reivindicativa, en los que se ha favorecido la pluma, como táctica de lucha. “¿No quieres sopa? pues dos tazas.” Para poner en evidencia los niveles de intolerancia y homofobia de la sociedad. Y de cómo sólo está dispuesta a aceptar, en algún caso, a homosexuales “normales”. Y sólo si se portan bien. Es decir que se ajusten a los estereotipos de hombre y mujer que marcan los cánones heterosexuales. Todos estos prejuicios heredados de la cultura heterosexista, hacen que mucha gente sufra una intolerancia doble: por ser homosexuales y por ser afeminados. Dándose esta exclusión social incluso en el propio ambiente gay. Al rechazar a los que tienen pluma están rechazando, en el fondo, a los que tienen una orientación homosexual. Es como si dijeran: “El homosexual eres tú, que pareces una nena. Yo soy un hombre, aunque me acueste con otro hombre. Estar contigo sería recordarme que soy homosexual, o que los demás lo puedan pensar de mí”. ”Yo busco un hombre de verdad”. ¡Toma esa! ¿Entonces que son los afeminados?
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Sexo, género y orientación sexual
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Voy a intentar aclarar algunos conceptos que intervienen en lo que vamos viendo: El sexo, la identidad de género y la orientación sexual. Las personas pertenecemos a dos sexos: varón y hembra, definidos básicamente por el tipo de genitales que tenemos al nacer. A partir de ahí se nos tratará de formas diferentes, se nos vestirá, se nos darán juguetes, se nos marcará con expectativas de comportamiento excluyentes: los niños no lloran, las niñas no se manchan, etc, etc. Se nos está marcando una identidad de género: lo femenino y lo masculino. Pues bien poco a poco vamos conformando una “identidad de género secundaria”: La forma de movernos, de hablar, de andar, las posturas del cuerpo, son diferentes para hombres y para mujeres. Hay una necesidad social de dejar bien claro quién es varón y quién es hembra. Pero en cada cultura y época histórica, en cada estrato social las formas cambian y no existe ninguna específica que permanezca. Lo que se considera como femenino o masculino no está determinado por los genes; son convenciones culturales, y por tanto cambiantes. Si no pensemos en las épocas de los hombres con pelucas y polvos en las mejillas, en las cortes europeas. La “orientación sexual” es la que nos hace dirigirnos hacia un sexo, sea el propio, el contrario o ambos, haciéndonos homo-, hetero- o bi- sexuales. Nadie elige su deseo, sino que se da por una combinación de factores (innatos y adquiridos). La orientación no implica realizar sexo, puesto que uno se puede considerar heterosexual u homosexual y no haber tenido nunca ningún encuentro sexual. Lo malo es que damos por hecho que mientras no se demuestre lo contrario todo el mundo es heterosexual. Pues bien, combinando estos tres conceptos, podemos encontrarnos con todo tipo de variantes: hombres afeminados heterosexuales, hombres masculinos homosexuales, mujeres femeninas lesbianas, etc.
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Desprecio de lo femenino
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El psicoanálisis ha dado diversas explicaciones al por qué hay un desprecio hacia lo femenino, por parte de lo hombres. (Sin que esas explicaciones excluyan las motivaciones de otro orden: económicas, políticas o sociales). El niño se identifica con el primer ser que le cuida y con el que se fusiona, que es una mujer normalmente. Es lo que valora más y por eso encontramos en los primeros años de vida del varón un deseo de tener bebés, como su mamá, y de ser como ella. Al crecer, para poder separarse psicológicamente de ella e identificarse con su propio género y sexo, tendrá que oponer un rechazo a las fuerzas que le llevan a seguir identificado con ella. Está como imantado por ella, y para no quedarse atrapado por esa fuerza la rechaza. Es una teoría simplista, pero clara. Que incluye una idea previa de que los géneros son excluyentes y si se pertenece a uno no se puede pertenecer al otro. Y que si el varón quiere ser masculino tiene que rechazar lo femenino, y para conseguirlo tiene que desvalorizar lo que vivió como lo más deseado y perfecto. El niño afeminado ha permanecido más identificado con su madre, por circunstancias diversas: por rechazo o ausencia de su padre (con lo que no puede identificarse con él), por tener una madre que rechaza al varón por su conflictiva inconsciente, (con lo que al niño le envía mensajes de que lo mejor es ser femenino)... La niña varonil, puede haber encontrado un rechazo materno, o preferir las ventajas de los niños, y su libertad. El modelo femenino que ha recibido está más desvalorizado de lo habitual. Preferirá la compañía de los varones.
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Ser afeminado
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Ya hemos visto que el niño afeminado lo es sin elección, y al principio si conciencia de serlo. Es la sociedad, con su rechazo, la que le muestra que es diferente y le envía mensajes desvalorizadores. Los chicos de su entorno pueden hacer gala de su rechazo de lo femenino, para apuntalar su propia masculinidad que se vive como insegura. Por eso se dan juegos para demostrar la hombría. Y al cobarde se le llama maricón: eso es cosa de mujeres. Las niñas varoniles van a encontrar menos oposición porque no cuestionan tanto a la sociedad con su postura. Al fin y al cabo lo masculino está valorado. El varón tendrá que encontrar refugio muchas veces en grupos de niñas, lo que afianzará sus gestos o maneras femeninas, así como sus gustos, no siendo raro que idealice a actrices o cantantes “muy femeninas”, con las que puede identificarse. Hay chicos y chicas que al darse cuenta de su pluma y de que no pueden evitarla, se desprecian así mismos, por el rechazo que observan a su alrededor, como si fuera malo y degradante. Y como desde pequeños absorbemos esa ideología del ambiente, acabamos incorporando rasgos homófobos, que nos salen espontáneamente y sin pensar. Es fácil comprobarlo al hablar con grupos de niños pequeños y decir que alguien es homosexual, empiezan a hacer gestos muy expresivos de contoneo de caderas, andar como paseando por una pasarela y hablar con tono femenino y lastimero. Lo que están rechazando es la homosexualidad a partir del estereotipo del hombre afeminado. Este rechazo vivido puede dejar una desconfianza en los otros, que haga que la pluma se utilice como arma, haciendo de la debilidad fuerza. Es un defenderse atacando. Y esto explicaría el carácter de algunos gays muy cáusticos, que utilizan constantemente la ironía, el desdén, y la burla. Reflejando mucho de la agresión que sufrieron en su momento. Otros tienen una represión gestual y una tensión corporal por el bloqueo de los posibles gestos femeninos. Lo malo es que esa rigidez se haya transferido a los propios sentimientos y a la expresión de las emociones. Y que genere alergia a la pluma, por la envidia inconsciente que produce la libertad gestual de los que la expresan. De hecho es curiosa la expresión “soltar una pluma”: está mostrando que la pluma a veces se lleva tan reprimida, oculta bajo un manto de “normalidad”, que en cuanto uno no se ve cohibido, puede expresarla pero de forma explosiva y jocosa, por lo que tiene de liberación. Tener pluma no implica ser activo o pasivo. Como tampoco ser más superficial o más profundo. Ni más inteligente o menos. Al fin al cabo la pluma es una forma de actuación en sociedad, que nos reviste, pero que no nos da una identidad profunda. La pluma cambia con la sociedad. Tanto su manera de expresión, como su aceptación o rechazo. Vamos hacia una sociedad más andrógina, en la que los hombres y mujeres podremos ir incorporando aspectos del campo contrario, diluyendo las diferencias y haciéndolas menos extremas. Lo importante es que aumente la tolerancia frente al diferente, y que no nos sintamos obligados a representar papeles muy rígidos, ni en el sexo, ni en el género. Que podamos expresarnos con todo tipo de gestos, ropas, maneras, porque la sociedad no necesite marcar las diferencias sexuales de la forma excluyente actual, en donde o eres de un bando o del otro. Que permita que se pueda ser gay de muchas maneras: con pluma o sin ella.

lunes

PSICOLOGÍA DEL ARMARIO

JOSE IGNACIO DÍAZ CARVAJAL - MÉDICO PSICOTERAPEUTA - SEVILLA
Hemos asumido la palabra inglesa closet en su traducción castellana, armario, como metáfora de la situación de secreto u ocultación con la que se vive la realidad homosexual. “Salir del armario” representaría el proceso por el que uno va asumiendo una identidad gay o lesbiana, y más tarde va desvelándolo a las personas que tiene en su entorno. Implica la lucha contra temores, vergüenzas o sentimientos de culpa, interiores, y contra una realidad social homófoba, que nos obligan a mantenernos velados. La idea de armario parece indicar que es un espacio cerrado, en el que uno puede ocultarse, protegerse, salir o entrar, vivir en él, a pesar de las limitaciones e incomodidades, y de cierta soledad. Hoy en día ese espacio va adquiriendo nuevas características, en función de los cambios sociales tan grandes que estamos viviendo, pero sigue existiendo (y haciendo daño) y todas y todos estamos en algún grado metidos en él, en gran parte de nuestra vida (aunque sea de forma intermitente). En un primer momento de asunción de la posible identidad homosexual, el adolescente, o adulto, se encierra en el espacio de la propia mente, con la idea de ver hasta qué punto es gay o lesbiana, y si eso será para siempre. Puede ser que este pensamiento se pueda comentar con alguien, pero lo habitual es pasar los primeros momentos solos y, frecuentemente, avergonzados o asustados, por esa posibilidad: ¿Cómo va a cambiar mi vida? ¿Cómo se lo voy a decir a mis amigos o a mi familia? ¿Cómo se lo van a tomar? ¿Me hará diferente? ¿Me hará desgraciado? ¿Ya no podré tener una familia o una pareja “normal”?... Estos pensamientos conllevan una repercusión social: el secreto y la autolimitación de las conductas, por miedo a ser descubiertos (en un entorno homófobo). Los adolescentes actuales no ven precisamente aceptación en su entorno escolar o familiar, aunque algunos sí la tengan; temen defraudar a sus familiares o amigos, o temen ser rechazados. ¿Cómo aceptarlo? ¿Cómo decirlo? ¿A quién? ¿Cuándo?... (Y si es un adulto, con toda una vida como heterosexual) ¿Qué va a pasar con su estatus social, laboral o familiar? ¿Y sus hijos? Por eso el armario es un espacio de reclusión, obligado, en un primer momento; que protege, pero también aísla; limita las posibilidades de relación y de expansión personal. Y no favorece ni la espontaneidad, ni la expresión de los verdaderos sentimientos, ni el desarrollo personal de forma completa. Además de exigir una cantidad de energía, para estar manteniendo la ocultación. Es un refugio virtual, que para que nos oculte hay que estar continuamente levantándolo con evasiones, mentiras, falsas alusiones, secretos, excusas… nada muy liberador, ni positivo para la propia autoestima. De hecho genera falta de concentración, tristeza, inhibiciones, auto-rechazo, disminución de la auto-estima, ansiedad, temor, sentimientos de vergüenza o culpa, e incluso, a veces, trastornos psicosomáticos, depresión, y otros trastornos psicológicos (Incluyendo el intento, o la realización, de suicidio). Eso no significa que no tenga algunas ventajas: permite sentirse seguros, controlar la situación, explorar la propia sexualidad sin interferencias de padres u otros adultos... Pero los inconvenientes anteriores hacen que cuanto antes uno salga (ante el máximo número de personas y situaciones y cuanto más tiempo) mejor. Estas salidas no son definitivas, pues como la sociedad tiende a dar por hecho que uno es heterosexual, mientras no diga o se demuestre lo contrario, nos lo pueden estar levantando desde afuera. Y a veces podemos dudar si merece la pena salir de él (por enésima vez). Esta experiencia del armario es única y consustancial con la homosexualidad. En general los otros grupos que pueden ser marginados o rechazados por la sociedad: etnias, razas, sexos, discapacitados…nunca pasan por un armario. (Quizás los practicantes de alguna religión minoritaria, en época de persecución). Y la sociedad, no lo tiene en cuenta a la hora de valorar el sobreesfuerzo con el que tenemos que vivir. Eso lo notan muchísimo los que en su centro de trabajo o escolar, tienen que estar continuamente ocultándose. O los que en su familia no pueden dar explicación de su situación afectiva. Es difícil que en el desarrollo psico-social de los gays y lesbianas, no tenga que haber un “armario”, pues, incluso aunque uno no quiera, alguien lo va a poner desde afuera. Y en la adolescencia es normal pasar por un momento de aclaración en soledad. Pero al menos debemos procurar que sea leve, que no dure, que tenga más ventajas que inconvenientes, y que sea voluntario. Que no implique aislamiento, ni dolor. Ni que el que lo habite crea que es el único ser de la tierra que pasa por esa experiencia, sino que tenga información y recursos, para poder aclararse, decidir, apoyarse para la salida, y que pueda tener perspectivas esperanzadas de futuro, que lo de afuera sea visto como un horizonte de realización y felicidad. Y para eso los educadores, psicólogos, médicos y personal asistencial, deberían conocer esta realidad, para poder ayudar a los que la padecen e intervenir en los casos que pueda ser necesario, para evitar tanto sufrimiento. Los adolescentes y adultos en duda, deberían poder tener más recursos a mano, como teléfonos de atención, grupos de ayuda, centros de información, y sobre todo personas concretas, dispuestas a darles motivos de esperanza y de ilusión al vivir esta orientación sexual.

miércoles

ADOLESCENTES GAYS: UNA ASIGNATURA PENDIENTE

JOSE IGNACIO DÍAZ CARVAJAL - MÉDICO PSICOTERAPEUTA - SEVILLA
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Si la adolescencia implica un paso por una edad difícil, de crecimiento y cambio, el hecho de ser gay lo hace aún más complicado y duro. Durante esa etapa, se define la identidad personal, la orientación sexual, y se desarrollan aspectos intelectuales, habilidades, relaciones, decisiones. Pero los adolescentes gays siguen estando muy solos y aislados a la hora de tener que afrontar su sexualidad. Y esa es una signatura pendiente que tenemos con ellos. El adolescente gay, se enfrenta a lo que le atrae sexualmente, sintiéndose diferente y sin modelos que seguir, ni gente a mano a la que recurrir. Sus deseos y sentimientos le alejan de sus iguales, de sus compañeros, que en principio, todos, se muestran como heterosexuales. Ha ido sintiendo desde pequeño un rechazo a la homosexualidad. Y si es varón los valores que encuentra entre sus compañeros son mostrarse como machos, ser fuertes, competir, no tener sentimientos de debilidad, no ser tiernos. Y el chico gay, habitualmente, no es así y teme ser rechazado o marginado en el grupo. Cuando toca empezar a salir con chicas, a tener las primeras experiencias sexuales, el adolescente gay puede intentar, para no ser distinto a sus compañeros, probar con ellas. Incluso esperando que lo que siente y desea, sea solo algo temporal, que realmente se va a dar cuenta que le gustan las chicas y que se va a solucionar “el problema”. Va a tener dificultad en desvelar a sus amigos sus sentimientos homosexuales. Igual se ha enamorado de algún amigo heterosexual y es incapaz de decirle nada para evitar un posible y “seguro” rechazo. Puede que incluso disimule alguna pluma que le sale, e intente virilizarse, estudiándose al espejo, mientras habla o hace posturas masculinas. Todo esto crea una tensión y un temor, generando ansiedad, baja autoestima y otros sentimientos negativos, que pueden llevarle a sufrir mucho. Desde trastornos psicosomáticos, hasta fracaso escolar, por la falta de concentración y su preocupación con el tema de no ser “normal”. Si acaba definiéndose ante sí mismo como homosexual, va a tener que salir del armario. ¿A quién se lo dice, cómo, cuándo? Y, muchas veces, sintiéndose aislado y sin conocer a ninguna otra persona gay. Por eso es tan importante que en los colegios e institutos, se vayan creando tutorías de orientación sexual o que haya la apropiada educación en la diversidad sexual, como para que los chicos puedan afrontar este problema menos solos. La salida del armario normalmente se produce antes con algún amigo menos íntimo, por miedo a la reacción de los otros. Luego será con gente más amiga, y más tarde con algún miembro de la familia. Pero todavía hay padres que rechazan a sus hijos, por motivos ideológicos, por falta de información, o por motivos religiosos. Esa posibilidad de rechazo lleva a algunos chicos a tener que escaparse de casa, y puede generar riesgos prostitución, vivir en la calle, abandono de estudios y aumento del riesgo de infección por VIH. También aumenta el riesgo de estrés, de ser víctimas de violencia en casa, de abuso de sustancias y de intentos de suicidio. La aceptación por parte de sus familias y amigos es fundamental. Y el sentimiento de pertenencia. Sentirse excluidos, rechazados, genera un impacto tremendo, que influye en dificultades para su desarrollo como personas. Y cuando buscan ayuda, no siempre encuentran un apoyo o una información entre sus compañeros o los educadores, que pueden carecer de la adecuada formación y experiencia, o ser heterosexistas y que les hagan sufrir más y tener más conflictos consigo mismos. No suelen tener modelos cercanos para saber como se vive la sexualidad gay y una vida gay que vean sana y normal. Y al intentar socializarse con gays, puede que encuentren sólo sexo y no la posibilidad de establecer relaciones románticas, como hacen sus compañeros heterosexuales. No tienen personas mayores, mentores, en los que apoyarse, y si encuentran a algún desconocido por Internet se arriesgan a una situación de verdadero abuso sexual. De ahí, la importancia de que surjan grupos de apoyo, para adolescentes gays, y para sus padres. Para ayudarles en esa transición a una juventud gay sana, en la que se sientan con espacios seguros para vivir su identidad, sin temores, sin tantas dificultades como las generaciones anteriores, y que les permitan socializarse de manera adecuada, sabiéndose apoyados y comprendidos. Los adolescentes son los más abandonados hoy, junto con los ancianos, en el cambio social que está sucediendo en relación a la homosexualidad. Y no es suficiente con que existan leyes nuevas, sino que tiene que haber un gran cambio en las familias y en los centros educativos, para convertirlos en esos espacios seguros para la población GLBT. Una manera de ayudarles pueda ser aumentando nuestra visibilidad, estar disponibles, como adultos gays, para que tengan diversos modelos, personas con las que hablar, conseguir que no se sientan tan solos y tengan apoyos, para que vivan mejor su difícil proceso de auto-aceptación.

sábado

CULTIVAR LA AMISTAD

JOSÉ IGNACIO DÍAZ CARVAJAL - MÉDICO PSICOTERAPEUTA - SEVILLA

Los amigos constituyen un aspecto muy importante de nuestras vidas, que no debemos descuidar. En muchos casos se convierten en nuestra “familia de elección”. Sobre todo para los que han sufrido el ostracismo familiar. En general, nos hacen sentirnos valiosos y queridos; nos sirven de compañía, de consuelo, de cuidadores, de consejeros...y nos permiten quererles y compartir la vida. Por todo esto, y mucho más, es importante aprender a cuidar esas relaciones y si es posible mejorarlas. Una verdadera amistad es un tesoro, irrepetible, inintercambiable, que sólo se da, de esa forma, con esa persona concreta.

.Cultivar la amistad es un arte a desarrollar.

1. La amistad se fundamenta en el encuentro. No hay que retrasarlos demasiado. Como una planta a la que se riega, la amistad tiene su ritmo, y no puede dejar de regarse.

2. Hay que compartir los momentos importantes: alegrías, acontecimientos vitales, duelos, logros... y hacer cosas juntos, aunque sean triviales: ir al cine, o de compras, o salir con la bici. Si es posible, en intimidad, sin otros testigos, para que florezca la vivencia de que se es importante el uno para el otro y se tiene disponibilidad, aunque sea limitada.

3. La sinceridad y el comunicar los verdaderos sentimientos son como el buen clima que necesita para su desarrollo. No se puede mentir al amigo. Destruiría la confianza. E igual si no se le expresa lo que preocupa, lo que se teme, lo que se disfruta.

4. Cualquier pretexto es bueno para hacer una llamada, para mandar una postal (aunque el amigo viva en la misma ciudad), para enviar un mensaje al móvil. Sabrá que pensamos en él.

5. El mayor regalo que podemos hacer a un amigo es nuestra escucha, nuestra constancia, nuestra disponibilidad sin condiciones. Por eso los verdaderos amigos no suelen hacerse regalos excesivos que tienden a deslumbrar o seducir, o que pueden crear una sensación de deuda.

6. El abuso, la utilización, la búsqueda de provecho propio son incompatibles con la amistad. Así como el egoísmo o la falta de generosidad.

7. Tampoco podemos pedir al amigo algo que le obligue a ser injusto, a mentir, a favorecernos indebidamente. Le obligaríamos a vivir el dilema de tener que traicionar a su forma de ser o traicionar a la amistad. Y la amistad implica una ética de respeto absoluto a la libertad y la forma de ser del otro.

lunes

SIN PRESERVATIVO: ¡NO, GRACIAS!

JOSE IGNACIO DÍAZ CARVAJAL - MÉDICO PSICOTERAPEUTA - SEVILLA
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Una vida sin riesgos es imposible; y probablemente sería aburrida y estéril. Pero una cosa es asumir riesgos y otra jugar cada día a la ruleta rusa, por el hecho de querer tener relaciones sexuales. Y eso es lo que hacen los que realizan prácticas de riesgo, sin preservativos. (Al menos con las personas de las que desconocen si son seropositivas, es decir si están contagiadas del VIH). Siempre, siempre, siempre hay que usar preservativos en prácticas de riesgo. El problema está en que muchos, llegado el momento, transigen y lo hacen, a pesar de no estar muy de acuerdo. Caso típico de los que se inician en el sexo, o de los que practican un sexo furtivo y ocasional. Muchos adolescentes dan prioridad a la búsqueda de intimidad o reconocimiento por sus iguales, frente a cualquier tipo de riesgo. Es importantísimo aprender a decir que no, cuando realmente no queremos ponernos en riesgo de contraer esta enfermedad tan grave. Hay gente que se siente débil para tener fuerzas y decirlo. Algunos porque el sexo lo viven casi como una adicción y están dispuestos a lo que sea con tal de hacerlo. Otros por timidez e inseguridad, lo que les lleva a pensar que si desaprovechan las oportunidades igual no vienen otras. O por no desagradar al otro y vivir un rechazo. O por puro narcisismo y omnipotencia, creyendo que a ellos jamás les va a ocurrir eso; que sólo les pasa a los tontos, a los torpes, a los otros...Los varones seguimos teniendo la obsesión por la penetración, como si el “verdadero” sexo, el “bueno”, fuera ese, y no hubiera nada más (caricias, besos, ternura, masturbaciones mutuas...) Está el mito de que “eso otro” es insatisfactorio. Y seguimos creyendo que se demuestra lo que se vale, a través de las conquistas, con lo cual difícilmente se puede desaprovechar ninguna. Si a todos estos inconvenientes le añadimos unas copitas o cualquier otra droga que nos disminuya el estado de alerta o la voluntad, tenemos la suerte echada. Y en el tema del SIDA, no es cuestión de suerte, sino de elección. Si elegimos un tipo de sexualidad dirigido al placer, a la libertad y a la vida, tenemos que prepararnos para conseguir no pasar ni una posibilidad de claudicar y ceder (y acabar haciéndolo sin preservativo). Si es necesario tenemos que ensayar lo que se le diría a una potencial pareja, incluso dramatizándolo con algún amigo que se preste. Y tener siempre el preservativo a mano, en cualquier situación.

MIEDO AL RECHAZO

JOSÉ IGNACIO DÍAZ CARVAJAL MÉDICO PSICOTERAPEUTA SEVILLA
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Todos nos auto-observamos críticamente y nos cuestionamos en cada encuentro, pensando en cosas como si tenemos buena presencia, si actuamos bien, o si hablamos adecuadamente. Queremos sentirnos aceptados y buscamos la aprobación de los demás. Esto se debe a que nuestra identidad y nuestra valoración no vienen dadas por los genes, sino que se constituyen en la interrelación con nuestro entorno familiar y social. No siendo nuestra personalidad tan independiente como creemos. Cuando hay miedo al rechazo puede haber un exceso de timidez, y de tensión en las relaciones. El encuentro con el otro no es confiado, seguro, sino que implica conflicto, desazón, e incomodidad. Se le está otorgando más poder de la cuenta. Cualquier opinión o gesto suyo nos afecta; lo vivimos desproporcionadamente. Sea para aceptarnos o rechazarnos. Esto puede llevar a una entrega servil, a ceder en nuestras opiniones y a no manifestar nuestros deseos. Querer permanecer pasivos, o ser invisibles, y no llamar la atención. En otros casos la reacción puede ser opuesta y comportarnos agresivamente, irónicos, despectivos, como si no nos importara el otro. Detrás de esta situación hay una inseguridad, basada en varios factores: Por un lado la desvalorización de uno mismo. Por otro una exigencia desproporcionada de lo que uno tendría que ser y tendría que lograr. Se proyectan estas desvalorizaciones y exigencias en los otros, viviéndose el rechazo como algo seguro. Es preciso invertir las auto-descalificaciones en que uno incurre y fijarse en las cosas valiosas que se tienen. Aprendiendo a disculpar los propios errores y fallos. No sirve de nada atacarse a uno mismo. Si uno se rechaza a sí mismo, ¿cómo pretender que los otros no le rechacen? Es difícil dejar de atacarse, pues esa actitud se basa en lo que hacían nuestros padres, y las figuras importantes de la infancia, que nos rechazaban, o que no nos daban cariño. Debemos apoyarnos en recuerdos y testimonios de otras personas que sí nos valoren, que nos quieran y nos devuelvan un reflejo positivo de nuestra imagen. Para así rebajar ese rechazo interno, y esas exigencias sobre cómo somos. Para poder tomar nuestras cosas con más cariño y aceptación. Proyectando en el otro, en vez de rechazo, simpatía y acogida. Hay que dedicar energía y tiempo a esta tarea y a cultivar relaciones que nos sirvan para crecer en autoestima y confianza. Poniendo en su justo lugar tanto lo bueno y valioso, como las limitaciones propias, para sentirnos más seguros. Esa seguridad no va a evitarnos que nos puedan rechazar, pero sí puede evitarnos que sintamos estos miedos injustificados.

martes

VÍCTIMAS COLATERALES DE LA HOMOFOBIA

JOSE IGNACIO DÍAZ CARVAJAL - MÉDICO PSICOTERAPEUTA - SEVILLA
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No son raros los gays y lesbianas que a causa de la homofobia social y la falta de apoyos en su proceso de auto-definición sexual han pasado por una fase de heterosexualidad forzada. Gays que no tenían otra opción, o por vivir en medios tremendamente homófobos, o por tener muchas dudas sobre su sexualidad, o creer que nunca se les aceptaría como gays o por sus creencias religiosas. Han tenido, a veces, que casarse, o buscarse novia o novio, e incluso han acabado teniendo hijos. Y muchas veces sin mala voluntad, al menos conscientemente. Han sepultado esa parte de sí mismos, de tal manera, que incluso han creído que habían solucionado eseproblema” por el que pasaron de adolescentes. A veces, por haber sufrido una terapia mal conducida por algún profesional de la “salud mental”, que creen que la orientación sexual se puede reconducir, y que la homosexualidad es una enfermedad o al menos que si un paciente es infeliz por ser homosexual, hay que ayudarle a cambiar. ¡Qué mala actuación por parte de esos profesionales! Tratamientos, que incluso las Organizaciones Internacionales de Salud han recomendado su prohibición, debido al daño que causan a los pacientes que los sufren. Pero veamos el otro lado del drama: todas esas parejas, esposos, amantes, compañeros, que han vivido parcial o totalmente engañados, o al menos ajenos al drama de su pareja y a una posible doble vida que han podido tener. Y esos hijos que van a padecer un grave conflicto familiar, cuando todo esto salga a la luz. Al descubrirse la realidad de la orientación homosexual de su pareja, o que ésta, sin ánimo de engaño, se aclara y sale del armario tras mucho tiempo de duda, muchos lo han podido digerir por la buena relación que tenían y el proceso como se ha llevado esa salida de armario. Pero muchos otros lo viven como un auténtico shock, que les traumatiza enormemente. No sólo se pueden sentir humillados por la infidelidad, sino que sufren una descalificación enorme, una sensación de haber vivido con un extraño, un odio y rabia intensísimos contra su compañero o compañera, y a veces una sensación de irrealidad (“esto no me puede estar pasando”) y de haber hecho todo mal, de no haber sido suficiente mujer u hombre para su pareja. La sensación de soledad es muy fuerte y se pasa un proceso de duelo tremendo, doloroso, y que es difícil de compartir si hay incomprensión por parte del ambiente que le rodea: ¿cómo es que no se dio cuenta de con quién estaba? En parte van a sentir culpa, vergüenza, desvalorización, y otros sentimientos negativos, que serán más intensos, cuanto peor preparados estén para afrontar una situación así. Los hijos podrán vivirlo de muchas maneras, influyendo el sufrimiento de la otra parte para que puedan incluso llegar a odiar al padre o madre que ha causado tanto dolor, y si no se les prepara, pueden adoptar con ese padre una actitud francamente homófoba y avergonzada. Algo que necesitaría ayuda para ser solucionado. Puede creerse que este problema está ya obsoleto, y que no sucede hoy en día, pero, quizás hay disminuido en España, pero la homofobia social hace estragos en todas partes. Muchas mujeres son usadas para tapar un problema social en muchos países, porque los que se casan lo hacen con la intención de curarse, y no revelan sus dudas o su vida anterior, y porque aunque realmente quieran a esa mujer y el tipo de vida de una familia tradicional con hijos, no les han dado la opción de elegir el arriesgar un proyecto de vida con alguien que antes o después aflorará su deseo y su necesidad de relaciones con su mismo sexo. A parte de psiquiatras y psicólogos que influyen para que se creen estas parejas están movimientos como el de los Ex – gays , de los evangélicos, que se dedican a pretender cambiar homosexuales y convencerles de que pueden ser heterosexuales. Este movimiento muy implantado en Latinoamérica, empieza a hacer de las suyas aquí en España. Es importante denunciar que ni la homosexualidad es una enfermedad, ni la orientación sexual se puede cambiar. Tan imposible es convertir a un heterosexual en homosexual como viceversa. En algunos países las víctimas de esta situación se están organizando para darse mutuo apoyo y encontrar vías de recuperación de su trauma. No sólo para volver a sentirse bien como personas, sino también para poder volver a relacionarse con sus ex - parejas, que de alguna forma son víctimas también de unas estructuras homófobas, que nos influyen a todos y que van destruyendo personalidades impunemente.
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HOMOFOBIA ENCUBIERTA

JOSE IGNACIO DÍAZ CARVAJAL - MÉDICO PSICOTERAPEUTA - SEVILLA
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La homofobia, no sólo tiene una expresión burda y cruel, en forma de insultos, de ataques directos o de leyes represivas. También puede aparecer su violencia y su rechazo a través de muchas expresiones más o menos “blandas” o sutiles. Puede ser a través de actitudes o frases aparentemente neutras, o acciones u omisiones (más difíciles de percibir)…que siguen siendo formas de agresión. “Antes muerto que un hijo maricón”. “Los gays son todos unos pervertidos”. “No puedo soportar la idea que una pareja de maricones o lesbianas críen a un hijo”…son ejemplos de homofobia evidente, pero hay discursos en los que se da una homofobia encubierta, apareciendo como tolerancia, que oculta un rechazo latente: “A estos chicos hay que respetarles. A mí no me importa lo que hagan en privado, pero en público, esas cosas no se deben alardear”. “Me parece bien que podáis casaros, pero que se pueda adoptar, no” “Yo te acepto, pero no puedo invitar a tu novio a la boda de tu hermana”. ”Suficiente problema tenéis con ser homosexuales como para que…” Es un “Sí , pero…”, que esconde el rechazo, y encima pretende quedar bien ante nosotros. Parece que no nos atacan, pero tampoco nos aceptan del todo. Siguen dejando caer insinuaciones de que algo no está bien en lo que somos, y que eso es desvalorizable, o al menos inferior a lo heterosexual. O de que tenemos algo de lo que avergonzarnos. En general estas personas se escudan en la convicción de que la normalidad sólo es una, la heterosexual: “Los niños adoptados sólo pueden ser criados por un padre y una madre” “Si la naturaleza nos ha creado hombre y mujer por algo será”… Y esta normalidad heterosexual es la buena, la verdadera, la natural, y lo que nosotros pretendemos, actuando normalmente nuestro deseo y nuestro amor, son cosas antinaturales, inmorales e inferiores. Sucedáneos del verdadero sexo, amor, matrimonio, familia… Para muchos varones, debido a que la masculinidad se construye casi en exclusiva basándose en una fobia a lo femenino, es muy difícil eliminar su homofobia, aunque tengan simpatía por la homosexualidad. Y eso se expresa en forma de chistes o bromas. Y de insistir que son muy machos. O en calificar la debilidad, la cobardía, la torpeza con términos relacionados con lo femenino o lo homosexual: mariconada. ¿Hasta cuando tendremos que soportar esos deslizamientos lingüísticos que asocian atributos negativos a lo homosexual, pasando previamente por lo femenino? Porque el problema de base es tanto el heterosexismo (creer que lo heterosexual es lo normal y pretender imponerlo con violencia) como el machismo (basar la supuesta superioridad de lo masculino en el desprecio y la opresión de la mujer, y de lo homosexual por extensión). En el caso de los propios homosexuales se da una homofobia encubierta a través del rechazo de la pluma, y del que es diferente: por sus comportamientos, sus prácticas sexuales, su ambigüedad…o por que haga incursiones a la heterosexualidad. Es colocar el auto-odio en los otros. Es degradar o excluir a otros a causa de lo que se nos hace por la sociedad. Muchos gays quieren ser “normales” y se quejan de la imagen que dan los otros gays ante la sociedad, que no permite que la sociedad “nos acepte”. Cuando no somos un grupo homogéneo. Y si nos ponen una etiqueta, es para así poder rechazarnos mejor: en bloque, atribuyéndonos cualidades comunes negativas. Para los adolescentes y niños, la escuela es un lugar de homofobia encubierta por el simple hecho de que no se tienen en cuenta casi nunca las alternativas homosexuales de vida. Los ejemplos, los modelos son heterosexuales casi al cien por cien, y el chico o la chica ven, si no un rechazo directo, al menos, un vacío en el que tienen que reflejarse para encontrar su propia identidad gay.

lunes

LOS REPROCHES

JOSE IGNACIO DÍAZ CARVAJAL - MÉDICO PSICOTERAPEUTA - SEVILLA
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Entre las formas de comunicación que tiene la pareja, hay una, especialmente negativa, que es el reproche. Es un uso del lenguaje como arma arrojadiza, como objeto. Lo que se dice va destinado a provocar una reacción emocional en el otro, y no comunica nada, ni busca un diálogo. La expresión “echar en cara algo” deja de ser metafórica, para convertirse en “arrojar un objeto contundente a la cara del otro”. Muchas veces la frase de reproche empieza con los adverbios siempre o nunca. Por ejemplo: “Nunca pones la lavadora”. “Nunca me escuchas”. “Siempre llegas tarde”. O son frases categóricas del tipo: “Eres el más torpe del mundo”. “No se puede confiar en ti”. “Todo lo que dices es para confundirme”. A veces son cosas que no se pueden rebatir, pues son afirmaciones tan generales, que algo de razón pueden tener. Es verdad que ocasionalmente uno puede no escuchar, o no pone la lavadora. Pero ¿siempre, nunca, todo, nada? Los reproches buscan torpedear al otro, en su autoestima. Son cosas ya dichas mil veces, que se sabe van a hacer daño. Ese es su destino el daño. Crean rabia y bloquean la capacidad de pensar. Hay que aprender a informar al otro de lo que no nos gusta, pero sin reprochar. Así como a pedir, sin coacción. No es lo mismo decir simplemente ¿me puedes pasar el pan?, que ¡Hay que ver que ni se te ocurre ofrecerme pan! Después de una frase así, el otro queda bloqueado, pues aunque pase el pan, ya lo hará sin sentirse reconocido, y con el cabreo que da ser acusado de falta de atención o cariño. El reproche, como forma violenta de comunicación que es, sólo puede generar más violencia. Es fácil que la cosa degenere en gritos y en bronca. Si uno tiene que decir algo que no gustó, es mejor precisar lo que fue concretamente: “Me molestó que antes dieras un portazo y me despertaras de la siesta”, que no decir “siempre andas dando portazos y molestando”. Si concreto, el otro podrá darse cuenta que hizo algo que molestó y que es corregible. Pero si digo la segunda frase, es como si no esperase cambio. Es un insulto, que constata la desesperanza de que el otro cambie. Traduce odio, lo que la primera frase no llega a tanto. Es mentira que el otro pueda aprender con los reproches. Ni se le invita a cambiar. Se le insulta, se le bloquea, se le rebaja, se le deja impotente. Es como si tuviera implícito “todo lo que puedas contestar, será utilizado en tu contra” .

domingo

CUIDARSE

JOSE IGNACIO DÍAZ CARVAJAL - MÉDICO PSICOTERAPEUTA - SEVILLA
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Parece mentira que tengamos que proponerle a las personas que se cuiden. ¡Cómo si eso no fuera una necesidad innata de todo ser humano! Pero no es así. Las actitudes de auto-cuidado las aprendemos en el curso de nuestro desarrollo, a través de relaciones significativas. Primero, y sobre todo con los padres; luego con los compañeros, familiares, profesores, amigos, parejas… Cuidarse implica adoptar actitudes de mantenimiento y desarrollo de nuestra salud en las tres áreas en que nos movemos: lo biológico, lo psicológico y lo social. Pero también es afrontar la vida como un proyecto personal, que desarrolle al máximo nuestras posibilidades; abarcando el cuerpo, la mente, las relaciones afectivas, el trabajo, las aficiones, el ocio, la casa, el compromiso social…buscando equilibrio y realización. El cuidarse a uno mismo está influido, de entrada, por la sensación de buena autoestima y valoración que tengamos. Cuando uno se siente bien, cuando tiene buen estado de ánimo, se cuida naturalmente. Si está deprimido, si se desvaloriza, no querrá dedicarse ni tiempo, ni energía. O incluso puede actuar negligentemente, o con conductas auto-lesivas, que pongan en peligro la salud tanto física, como psíquica. (Conducción temeraria, alcohol o drogas en exceso, sexualidad sin prevención de enfermedades…) A veces es como si estuviéramos esperando que sea otra persona la que nos resuelva la vida. Es el caso de las personas muy dependientes, que no maduraron su propia autonomía, y que esperan que sea su pareja o su familia directa, la que les vaya guiando y apoyando para casi todas las tareas del día a día. La forma de cuidarse va a depender de cómo nos hemos identificado con las personas importantes, y como nos han enseñado a cuidarnos: si hemos tenido una madre muy ansiosa con las enfermedades y el cuerpo, igual podemos estar obsesionados con tomar pastillas o ir al médico. Por el contrario, si nos han enseñado a ser autónomos y a pensar sobre nosotros mismos, podremos analizar las cosas que nos pasan y no asustarnos. Propongo un ejercicio para desarrollar este tema del autocuidado. Consiste en escribir en un cuaderno como me veo en las áreas en las que creo que puedo clasificar mi vida: cuerpo, relaciones, familia, pareja, casa, ocio, compromiso social, trabajo…, con las subdivisiones que se me ocurran: por ejemplo en el caso del cuerpo: salud, ejercicio físico, estética, comida… Para realizar esto tenemos que estar tranquilos, con tiempo por delante, mejor solos, y con ganas de explorar nuestro estilo de vida. Lo primero es escribir cómo me veo en cada área. Lo que observo de mí. Los aspectos positivos, negativos o problemáticos de cada tema. Sin entrar en juicios ni análisis. Es recoger el material que voy a trabajar en el paso siguiente. Lo segundo es analizar cada área y ver qué nos gusta y qué creemos que podríamos mejorar. Ver cómo influyen entre sí diferentes factores. Ver las causas de inhibiciones, de dificultades, de lo que no acabamos nunca de desarrollar. Y por último nos podemos plantear objetivos concretos, que sean fácilmente realizables, agrupables en otros a más largo plazo, que nos sirvan como metas futuras a conseguir. Pensando, también en los medios que necesitamos y el tiempo (y el dinero en su caso). Por ejemplo, si veo cómo estoy en el área de relaciones y descubro que no tengo realmente ningún amigo, y apenas unos cuantos conocidos en el trabajo, con los que casi ni salgo. Al analizarlo puedo ver que no fue siempre así, sino que se acentuó a raíz de un fracaso adolescente, cuando me vi traicionado por mi mejor amigo, al decirle que era gay. Y esto me hizo replegarme en mi mismo, impidiéndome confiar de nuevo, y queriendo mantenerme distante para no volver a ser herido. Los objetivos serían, por ejemplo, aumentar el número de salidas con amigos. Hacer actividades que impliquen a otras personas, para que me saquen de mi aislamiento y me permitan conocer a gente nueva. Y estar atento a las situaciones en las que rechazo posibilidades de intimar y confiar, porque me hace sentir vulnerable. Otro ejemplo puede ser ver que la situación con mi familia es de distancia y falta de confianza. Que no saben que soy gay. Analizar por qué no se lo he dicho todavía. Las repercusiones que de verdad tendría, y plantear como objetivo decírselo ya, preparando el momento, la situación, el marco adecuado, y si necesito asesoramiento y apoyo.Una meta más a largo plazo, puede ser salir del armario para todo el mundo, pero los objetivos pequeños pueden ser ir diciéndoselo a diferentes personas, que se vayan sumando al grupo de las que me apoyan y me hagan sentirme querido como soy. Cuidarse no es una actividad narcisista y egocéntrica, ya que si incluimos los aspectos sociales de nuestro cuidado, estamos incluyendo los aspectos amorosos y de compromiso con los demás, que tan importantes son para nuestro bienestar y equilibrio. De nada sirve estar muy bien físicamente, sin somos incapaces de amar, y estamos completamente aislados. Hay hábitos saludables que podemos incorporar como: hacer ejercicio físico (sin llegar a la obsesión por muscularse), dejar de fumar, llevar a cabo una dieta rica en frutas y verduras, reducir el sobrepeso, controlar la tensión arterial. Utilizar cremas protectoras cuando me expongo al sol, y reducir dicha exposición. Moderar el consumo de alcohol, o de ciertas drogas…Pero sobre todo debemos reducir el estrés, gracias al ejercicio, la relajación, la meditación o el buen humor. Y poniendo límites a la presión que ejercen los demás sobre nosotros. No hay peor estrés que el que uno consiente, por no haberse parado a pensar un poco en cómo organizarse, cómo frenar a los otros, y cómo decir que no a tiempo. Por tanto cuidarse es una tarea del día a día, pero necesitamos pararnos de vez en cuando, buscando el momento adecuado, para pensar un poco en cómo mejorar los diferentes aspectos que nos hacen infelices, o que hemos ido descuidando con el paso del tiempo.

jueves

10 AÑOS DE PROGRESOS

JOSE IGNACIO DÍAZ CARVAJAL - MÉDICO PSICOTERAPEUTA - SEVILLA
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Si en algo hemos cambiado en estos últimos años ha sido en la VISIBILIDAD alcanzada. Algo que nos ha ayudado a encontrar más referentes y modelos, tanto para dar el paso y salir del armario, como para no sentirse tan solos al tener que construir una identidad propia, para ver que las parejas lesbianas y gays existen, y que hay gays de todos los tipos, estilos, profesiones, clases sociales…Parecería que hemos conseguido la total normalización con la aprobación del matrimonio homosexual y otras conquistas sociales recientes. Pero el camino seguirá siendo largo para conseguir una mayor equiparación real al resto de los ciudadanos.
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Algunos de los cambios y logros de estos años:
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1. Un aumento de la VISIBILIDAD enorme. ¿Quién iba a prever manifestaciones del Orgullo de más de un millón de personas, en Madrid? La salida del armario de políticos, militares, sacerdotes, actores, abogados, jueces, médicos…gente de todos los niveles, en todo tipo de medios de comunicación.
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2. Consecución del matrimonio homosexual. (Cuando hace una década todavía se luchaba por una ley de parejas de hecho). Ha aumentado la visibilidad de las familias homoparentales.
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3. Mayor participación de sindicatos y partidos en las políticas de diversidad sexual y lucha contra la discriminación y la homofobia.
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4. Desarrollo de las asociaciones gays desde lo político hacia lo social y los servicios: Aparición de asociaciones deportivas o de padres y madres de gays y lesbianas…
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5. Desarrollo de medios gays, con lo que implica de darnos una voz específica. (Zero, Shangay, Odisea, Egales)
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6. La gran cantidad de libros publicados estos años, tanto ensayos como literatura. Historias del movimiento gay y lésbico. Teoría queer. Estudios sociológicos. Libros de divulgación…
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7. La mejor imagen de los modelos que se presentan en las series de televisión o en películas de cine. Ya no son gente enferma, perversa, que se autodestruye…sino sanos, atractivos…
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8. Aumento de la aceptación o de la tolerancia del campo GLBT entre los jóvenes, con una visión normal del hecho homosexual. Los adolescentes gays lo tienen “un poco” más fácil, y sobre todo en las grandes ciudades.
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9. El aumento de la economía rosa, ha hecho que se creen servicios específicos, que se lancen muchos mensajes publicitarios dirigidos hacia los gays y lesbianas, de forma normalizada y que se desarrollen barrios como Chueca, en Madrid, y el Gayxample, en Barcelona. Barrios realmente abiertos a todos, que permiten la reunión con otros gays y lesbianas, con mayor sensación de libertad.
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10. Internet ha sido fundamental para ayudar a muchos a salir de su clandestinidad, a conocer gente, a saber del tema, a poder aclararse, a afirmarse e incluso a luchar por los propios derechos.
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¿Qué es lo que no hemos conseguido o por donde tenemos que avanzar?
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1. Todavía hay 85 países en 2007 que criminalizan los actos sexuales entre adultos del mismo sexo. Siguen existiendo asesinatos y agresiones en muchísimos países.
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2. La Iglesia se está revolviendo y lanzando una campaña cada vez más virulenta contra lesbianas y gays.
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3. La autorrepresión afectiva sigue muy activa en muchos de los gays y es raro ver todavía muestras de afecto de parejas, en público, como algo normal.
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4. El mundo rural, con su control y sus habladurías, sigue siendo un gran problema para muchos que se ven abocados a emigrar para vivir su homosexualidad.
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5. La salida del armario y la auto-aceptación del hecho de ser gay o lesbiana, sigue siendo una prueba dura para la mayoría de los adolescentes, que no encuentran suficiente apoyo en sus familias, ni tampoco una educación en la diversidad sexual en la escuela.
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6. La homofobia y las agresiones de todo tipo. A parte de agresiones físicas graves, hay una agresión continuada en forma de insultos, chistes, estereotipos casposos en algunas televisiones…que hay que seguir denunciando.
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7. No hay que bajar la guardia con el tema del VIH, pues es incomprensible que se de tal tasa de prácticas de riesgo, como la que existe. Y los más jóvenes suelen venir más confiados, como si fuera un tema del pasado (“ya no se muere nadie de eso”), y algunos mayores no quieren cuidarse o creen que ya pasó el riesgo.
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8. La tercera edad, así como los minusválidos o las personas que no entran adecuadamente en el circuito del consumismo gay, son los grandes marginados del momento.
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9. Los problemas específicos de los emigrantes, que vienen con sus tabúes, sus prohibiciones culturales o religiosas, (como pasa también con los gitanos).
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10. El desconocimiento que todavía se tiene en muchos ámbitos de las necesidades específicas y de la identidad de los gays y lesbianas: médicos, psicólogos, policías, asistentes sociales…Por no hablar de los que son francamente homófobos.
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Mirando al futuro
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La consolidación de una gran comunidad GLBT, tanto local como a nivel mundial, es muy importante para la normalización de nuestras vidas. Esto no implica un único “estilo de vida gay”. Es una posibilidad de transmitir de una generación a la siguiente experiencias históricas y sociales, que van a facilitar a las generaciones siguientes valores, ejemplos, modelos, para no tener que empezar desde cero, como antes. Hacernos aún más visibles en todos los campos de la vida: profesionales, de ocio, de cultura, en los planes educativos, en los movimientos sindicales, en las universidades, en los partidos, en todo tipo de instituciones…así como en la calle. Que cada vez seamos más visibles con nuestras parejas, con nuestros hijos, que no se siga hurtando a la sociedad que somos iguales en derechos y no tenemos que vivir más en la ocultación, en la auto-represión de sentimientos, y no tenemos que sentir culpa o vergüenza de ser como somos. Valorando nuestra propia diversidad, para no caer en la intolerancia dentro de nuestro propio mundo, hacia los que tienen formas y maneras de comportarse, que no son las nuestras. Podemos ayudar a crear una sociedad mucho más abierta, rica, menos machista y heterosexista, con roles de género menos marcados y más igualitarios. Y no hay que tolerar la homofobia. En esto tenemos que ser intransigentes. Hay que seguir movilizados y asociados, para crear mayores espacios de libertad para los que aún no la tienen, sean en otros países, sean entre los emigrantes, sea en los ambientes rurales. Es importante seguir educando a la sociedad sobre nuestro derecho a ser como los demás. Y tenemos que seguir construyendo nuestra historia, nuestras identidades, investigando en áreas que nos son específicas, por nuestras peculiaridades como parejas, como padres, como seres sexuados. No conocemos el futuro, pero hay ejemplos históricos de cómo la opinión pública puede volcarse contra nosotros, y otras minorías, en tiempos de crisis económicas o guerras o grandes cambios sociales. Siempre puede volverse a dar giros a la derecha, a valores tradicionales, al fundamentalismo religioso…Luego debemos permanecer alerta y denunciar cualquier movimiento involucionista.

SER GAY, ¿UN ASUNTO PRIVADO?

JOSE IGNACIO DÍAZ CARVAJAL - MÉDICO PSICOTERAPEUTA - SEVILLA
Escucho a ciertos homosexuales decir que eso de ser gay es, exclusivamente, un asunto personal, y que pudiendo vivir su sexualidad en privado, sin que los que les rodean o sus familiares lo sepan, pueden ser felices. Que les basta tener un novio o poder ligar, y que así desarrollan su vida perfectamente. Pues la diferencia está en el sexo, y que por lo demás no son diferentes del resto de las personas; que no se identifican con los gays que conocen, y sus modos de vida; que no tienen que participar de ninguna actividad específicamente gay; sea ir a bares, o tener un grupo de amigos gays, o asociarse a un colectivo, o manifestarse. Creo que esta postura esconde, muchas veces, la interiorización del discurso homófobo. Y, detrás, está el rechazo a identificarse, o a ser identificado, con los demás gays. Que se tiene una imagen degradada de sí mismo. No se desea pertenecer a ese grupo de estigmatizados; de los que la sociedad tiene una imagen parcial y, casi siempre, caricaturesca. Asumirse como miembro de un grupo social, y solidarizarse con los otros gays, es la manera más adecuada de combatir el proceso de rechazo social interiorizado. Esto no implica tener que ser de una manera que uno no es. El aislamiento y la vida en secreto de la propia afectividad denotan una actitud de vergüenza; demuestra que se cree uno lo que la sociedad piensa: que ser homosexual es solo cosa de sexo y no, también, de amor; de otras formas de entender la vida. Implica aceptar el recortar la propia vida a gusto de la sociedad. Con esto no digo que haya que salir del armario a la fuerza, sino que se debe integrar uno lo más posible en su entorno, para no transitar solos, cargados de angustia, sin poder desarrollar plenamente su personalidad; sin poder disfrutar de cierta visibilidad, que les permita “reflejarse” en los otros y “reconocerse a sí mismos”. Por otro lado uno no puede ser autónomo y libre individualmente, sino consiguiendo que se cambie la imagen social que se tiene de ser gay. Si uno permite el insulto a otros gays, absteniéndose de opinar, quedándose en silencio, está favoreciendo el odio al homosexual, y su propio auto-odio, así como, el sentirse humillado y cobarde. Salir del armario sigue siendo una opción personal, que debe ser muy meditada y situada en el contexto de cada uno. No todo el mundo puede afrontar el rechazo que puede encontrar si lo hace. Pero al menos debe intentarse en el máximo grado posible.

lunes

PROBLEMÁTICAS PSICOLÓGICAS POR SER HOMOSEXUAL

JOSE IGNACIO DÍAZ CARVAJAL - MÉDICO PSICOTERAPEUTA - SEVILLA
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El hecho de ser gay o lesbiana implica vivir con unas cargas de estrés y de sufrimiento que, en principio, se ahorran los heterosexuales. Esto hace que a veces nuestros problemas psicológicos puedan parecer debidos a la “esencia” de la homosexualidad, y no a que padecemos por el hecho de serlo en una sociedad tan homófoba. La principal fuente de estrés para todo gay es la vivencia del rechazo social. El saber que se tiene un estigma, una marca invisible de la que uno no se puede desembarazar, y que nos hace vulnerables al insulto de los otros, que representan a lo “normal”, a lo aceptable, a lo “natural”. Esta vivencia del insulto se tiene desde muy pequeño, y genera mucha ansiedad para el niño y adolescente rodeado, casi exclusivamente de un ambiente homófobo activo (en el colegio o en la familia). Una segunda fuente de estrés es el proceso de autoidentificarse como gay, asumirlo, aceptarse y comunicarlo a los demás. Este proceso es único para cada uno de nosotros. No sigue un patrón establecido y único, y la sociedad no lo favorece en absoluto. Todo gay parte de cero, pues en principio uno es hetero (de cara a los demás y a uno mismo), mientras no se demuestre lo contrario .Todavía son muchos los adolescentes que se suicidan por causa de su no aceptación de la homosexualidad. Pero son más aún los que viven en secreto todas las ideas, emociones, sensaciones que experimentan en relación a su sexualidad, que les lleva a atormentarse con temores futuros, con dudas, con incertidumbres… y que no les permiten desarrollar una adolescencia más equilibrada o armónica. Cuando ya uno se acepta, más o menos, viene el tema de adquirir una identidad gay, que no necesariamente coincide con nuestros gustos y aficiones, o con nuestros valores y costumbres. La estrechez del estilo de vida gay, siendo en la práctica los bares, los únicos lugares de socialización. Otro tema es la vivencia de soledad, por las dificultades de encontrar pareja. Somos pocos estadísticamente, y encima el ambiente favorece la creencia de que las parejas son imposibles de conseguir. Y esto nos lleva a otro problema y es la interiorización del discurso social negativo que se tiene sobre los gays: que además de solos, somos autodestructivos, adictos, promiscuos… Y lo malo es que cuando uno se lo cree, lo cumple (profecía autocumplida). De hecho hay gays que creen que como antes o después contraerán el VIH, pues para qué cuidarse, si seguro que lo van a pillar. Y por último, las presiones del modelo gay imperante en el ambiente, en donde sólo se valora el hedonismo, una idealización del cuerpo joven y musculado, que lleva a obsesiones por el ejercicio y a posibles trastornos alimentarios. Alienando a los gays de sus propios valores, y creando malestar, sensación de desvalorización para los que no lo consiguen, y exclusión en el propio ambiente.

domingo

OCULTACIÓN

JOSÉ IGNACIO DÍAZ CARVAJAL - MÉDICO PSICOTERAPEUTA - SEVILLA
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Para la mayoría de gays y lesbianas la ocultación de uno mismo se convierte en lo cotidiano, en lo natural; se vive en secreto la atracción por el mismo sexo, se reprime el deseo, se frena la ternura, se representan actitudes con las que no hay una verdadera identificación. Esta ocultación se inicia en la niñez y continua, cuando se ha salido del armario. Existen muchas situaciones en las que resulta difícil, si no imposible, mostrar lo que uno es (en el trabajo, con los padres, con extraños). Y la opción por la visibilidad no se hace de una vez y para siempre, sino que se decide continuamente acerca de si compensa o no mostrar abiertamente la propia homosexualidad..Se nos impone el silencio; o bien una sutil tarea de simulación, que nos obliga a ser actores forzosos, y que nos hace perder espontaneidad y la confianza en las relaciones humanas. Moldeamos un estilo de vida con una división interna entre lo que se puede o no expresar, y esto afecta de forma indeleble a nuestra personalidad, enrareciendo incluso las situaciones en las que deseamos mostrar nuestros verdaderos sentimientos. El hábito de desconfianza y de ir embozados termina impidiéndonos ser realmente como somos. Se llega a no saber lo que realmente se siente. A veces uno se puede mostrar frío, distante; o al contrario, muy obsequioso y atento con el otro. Otras veces se muestra una actitud autosuficiente: en apariencia no se necesita a nadie, las cosan resbalan, o surge un comportamiento cínico y pesimista ante los problemas de los demás; o se expresa uno de forma poco clara o ambigua. ¿Cuánto de nuestra personalidad ha quedado oculto para siempre? El gay, que ha aprendido a “no comunicarse”, para evitar el insulto, debe desaprender esta actitud de incomunicación, y retomar de nuevo la palabra. Los lugares de socialización gay, son vías de escape para esta situación, pero la marca ya está impuesta: en lo afectivo, en lo sexual, en el cuerpo. No sólo es cuestión de poder hablar de nuestra homosexualidad, es cuestión de poder abrirnos al otro auténticamente y confiar en que no nos dañará, con actitudes o comentarios, por ser uno mismo. Revertir tantos años de encubrimiento exige esfuerzo. La desconfianza con la que se vive impide durante mucho tiempo un compromiso real con los demás, no facilita ni la verdadera amistad, ni una relación erótica y afectiva profunda con el otro. La prueba de fuego se dará en la intimidad: en ella descubriremos si somos capaces de expresar nuestros verdaderos deseos, nuestras necesidades, nuestros intereses y sentimientos.

ELEGIR TERAPEUTA

JOSE IGNACIO DÍAZ CARVAJAL - MÉDICO PSICOTERAPEUTA - SEVILLA
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Cuando uno decide confiar en un terapeuta y seguir un tratamiento psicológico, está dando un paso importante. Es un camino para sentirse mejor, y para superar determinados conflictos o problemas. Pero tiene sus riesgos si se escoge mal al terapeuta, pues puede dañarnos de muchas maneras. Hacer psicoterapia es algo cada vez más frecuente. Los motivos son diversos: conflictos en las relaciones, sensaciones de vacío, problemas de carácter. Otras veces es por síntomas de tipo obsesivo o por fobias, o incluso depresión. Algunos la buscan porque no se aclaran con su sexualidad o su identidad.Y para elegir se apoyan en la indicación de un médico, o en los comentarios de lo bien que le ha ido a algún compañero o amigo. Y eso determina no sólo con quién sino incluso el tipo de terapia: conductista, gestalt, humanista, psicodrama, de grupo o psicoanalítica, por citar algunas. Lo importante es el terapeuta y su actitud hacia nosotros y no tanto el tipo de terapia. Se han realizado estudios en los que se demostró que la eficacia no residía en la técnica, sino en ciertas cualidades del terapeuta. Aunque como psicoanalista confío más en las terapias dinámicas o psicoanalíticas. Lo primero que hay que saber es que el terapeuta no es homófobo. Y si es necesario preguntarle su opinión sobre la homosexualidad en el primer encuentro. Pues todavía hay muchos que consideran que la homosexualidad es una enfermedad o una desviación de lo normal. Y que si viene un homosexual “egodistónico” (es decir que no se gusta a sí mismo y quiere cambiar su orientación) le van a ayudar a intentar cambiar. Aunque eso no valga para nada, excepto para disminuir la autoestima del paciente y reforzarle su homofobia interiorizada. A parte de los que están en contra, hay terapeutas no conocen bien la problemática específica de los gays, por que es un tema que no se estudia en las facultades. Por ejemplo las vicisitudes por las que tiene que pasar un gay para aceptarse y desarrollar su identidad. La importancia de la salida del armario. Lo que pesa en su vida el rechazo social, la ocultación, el fingimiento, el haber sido insultado y haber tenido que vivir temiendo ser descubierto…El papel que puede jugar el ambiente y lo importante que puede ser sentirse aceptado por él y adquirir cierta identidad gay o rebelarse ante ella. Los miedos específicos a no tener pareja, a la soledad, a la vejez. O los problemas específicos de los gays casados. Que el terapeuta sea gay no es garantía de un buen trabajo, pues puede ser mal terapeuta, o tener una homofobia mal trabajada, que le haga ser cómplice inconsciente de determinados rechazos de su paciente de aspectos gays: rechazo a las plumas, o al ambiente en general, o participar de su pesimismo sobre la pareja gay. A veces un buen terapeuta hetero acompaña mejor por las fases por las que tendrá que pasar el sujeto para aceptarse y vivirse en plenitud como gay, y a la vez solucionar sus otros problemas (quizás mucho más importantes) por los que acudió a consulta y que van a determinar el tratamiento. Su apertura, aceptación y capacidad serán suficiente para un buen tratamiento

sábado

VACACIONES

JOSE IGNACIO DÍAZ CARVAJAL - MÉDICO PSICOTERAPEUTA - SEVILLA
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En tiempo de vacaciones es importante reducir el ritmo vital y acompasarlo al ritmo biológico (dormir cuando apetezca, comer cuando haya hambre) y recuperar el contacto con la naturaleza. Es un momento para recrearnos, para deshacer los vicios adquiridos durante un año de monotonía y rutinas, y retomar una senda interior y personal de cultivo propio y cultivo de la amistad y el amor.Tenemos la oportunidad de desconectar del tener-que-demostrar, del competir, para limitarse a ser uno mismo. Adueñarse de uno, aposentarse en nuestro terreno propio y sentirse como en casa. Esto implica adueñarse también del lugar a donde viajemos, integrarlo y percibirlo como un lugar de acogida donde experimentar bienestar físico y psíquico. Podemos buscar vivencias que nos conecten con lo más íntimo de nuestro ser, vivencias de lo sublime: sea la inmensidad del mar o del silencio de la montaña. Sentimientos que nos hacen sentir humildes, vivir lo espiritual que nos habita, conectar con sensaciones de pérdida de límites y ausencia de responsabilidades. Desde esa distancia, retomar el sentido de nuestra vida y de nuestras obligaciones, gracias a saberse a muchos kilómetros, respirando otros olores, contemplando otras flores, percibiendo otra luminosidad en el cielo, escuchando otras voces. Se da una apertura de los sentidos, que nos permite incorporar como haría un niño que observa y toca todo lo que ve. Acumulando experiencias, sintiendo que estamos vivos y que la vida nos pueda aportar mucho, como esos momentos de sobrecogimiento (que implican belleza y temor a la vez). El viaje permite recuperar aspectos como el juego, el verdadero ocio, el dejar pasar el tiempo contemplando con los ojos muy abiertos lo que nos pase por delante. Nos permite recuperar la ilusión, la fantasía, para ver las cosas con interés, con ojos renovados. El viaje nos puede hacer mejores si incorporamos esta serie de experiencias. Lo importante pasan a ser estos momentos intensamente vividos, auque sean de calma y silencio, que quedan grabados profundamente. Los recuerdos podrán ser gestos, ciertos olores, un presencia en la atmósfera, un ambiente en una calle...Una alternativa a esta forma de viajar es la de llenar nuestro cuerpo de estímulos potentes como consumo, música, baile, pastillas, sexo, buscando sacudirnos para salir de nuestro letargo interior, de la apatía y la falta de ilusión vital o buscando el vaciarnos y anonadarnos. En esos casos la vuelta a casa confirmará la sensación de hastío y de vacío interior, pues no se ha transfigurado nada internamente que permita afrontarla con mejor ánimo.

LA FAMILIA AVERGONZADA

JOSÉ IGNACIO DÍAZ CARVAJAL - MÉDICO PSICOTERAPEUTA - SEVILLA
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Las salidas del armario ante los padres y hermanos, producen muchas reacciones en la familia, y una de ellas es la vergüenza. Esta posición de vergüenza implica que la familia no ha aceptado completamente el hecho de la homosexualidad de su hijo o hija, que están muy influidos por la realidad heterosexista que les rodea y temen el rechazo social si los demás se enteran de que tienen un hijo gay. Incluso temen que les culpen de no haberlo hecho bien en su educación. Los padres nunca están preparados para el hecho de tener un hijo gay, porque viven en la ilusión de que solo existe la heterosexualidad, de que esa es la norma. Que si eso ocurriera es como cuando te sale un hijo drogadicto o delincuente: una desgracia de la que hay que avergonzarse y ocultarla en secreto. Con ese planteamiento, se les destroza su ilusión sobre su familia, sobre la realidad de ese hijo, sobre su futuro. Se ven influidos, en principio, por el imaginario social negativo, de que su hijo va a ser desgraciado, que va a vivir una vida disoluta, o al menos muy dura, que no van a ser abuelos…Están decepcionados y no pueden creer que tengan esta desgracia en casa. Que algo mal han debido de hacer. Buscan culpables. Se cabrean. Se sumergen en un mutismo destructivo, que les aísla de otros familiares, de hijos e incluso de su propia pareja. Se distancian de amigos. No se atreven a salir del armario como padres de un gay o lesbiana, y tienen que afrontar los mismos prejuicios, injusticia, homofobia, que su propio hijo o hija. Tienen que ponerse en camino de aceptarse como padres de un chico o chica gay, a la vez que aceptan a su hijo. Si permanecen en ese estado de no aceptación, sufren un deterioro personal y familiar, al no poder integrar esta nueva realidad en su vida cotidiana, familiar y social. La señal de que lo van aceptando puede ser que lo hablan con otros familiares, o que están dispuestos a sacar el tema con el hijo, que le preguntan sobre su vida, sobre sus amigos o su pareja, que están dispuestos a incluirlos en reuniones familiares o les invitan a venir a casa. Y que incluso están dispuestos a implicarse en temas relacionados con la causa gay, como la manifestación del día del orgullo, o asisten a alguna charla de una asociación glbt. O que leen algún libro sobre el tema y quieren comentarlo con otras personas.