THOMAS TROBE / KRISHNANANDA - ESCUELA DE VERANO

Probablemente nuestro mayor reto al sanar nuestro niño sea simplemente aprender a darnos el espacio para sentir sin reaccionar. A esto le llamamos "mantener los sentimientos". En lugar de reaccionar, si tan sólo podemos mantenernos con lo que estamos sintiendo, permitiéndonos profundizar y seguimos observando, algo sorprendente sucederá. Algo dentro se comienza a relajar. Cuando llegan los sentimientos incómodos, cada célula de nuestro cuerpo quiere eliminarlos, nuestra mente empieza a inventar todo tipo de pensamientos aterradores y encontramos formas de huir. Al ignorar esos pensamientos e ignorar nuestro impulso de huir o luchar, cultivamos nuestro estado de conciencia meditativa. Este proceso es transformador.
Pero hace falta cierta habilidad para mantenerse centrado. La vergüenza nos ha robado el contacto con nuestro centro. Al sintonizar con las sensaciones de nuestro cuerpo y con nuestro vientre, volvemos a nuestro centro de forma gradual pero progresiva.
La fuente de nuestra autoestima y nuestra firmeza es estar conectados con nuestro centro. Ello nos posibilita aguantar el pánico y no reaccionar. En mi proceso, tal vez porque mi shock es tan profundo, esto se produce muy lentamente. Algunas veces me siento desbordado por el pánico y me hace falta tener una conciencia absoluta para poder observar, pero también puedo sentir que, gracias al tiempo que he pasado tranquilizándome, sentándome en silencio e intentando sintonizar, poco a poco voy sanando. Sólo hace falta ser paciente contigo mismo.