Creencia número 6: El trabajo es un juego.
ANTHONY ROBBINS
¿Sabe usted de alguien que haya logrado un éxito considerable haciendo algo que aborrezca? Una de las claves para triunfar consiste en celebrar un matrimonio perfecto entre lo que uno hace y lo que a uno le gusta. Pablo Picasso dijo una vez: “Cuando trabajo, descanso; lo que me fatiga es no hacer nada o recibir visitas”.
¿Sabe usted de alguien que haya logrado un éxito considerable haciendo algo que aborrezca? Una de las claves para triunfar consiste en celebrar un matrimonio perfecto entre lo que uno hace y lo que a uno le gusta. Pablo Picasso dijo una vez: “Cuando trabajo, descanso; lo que me fatiga es no hacer nada o recibir visitas”.
Quizás nosotros no seamos tan buenos pintores como Picasso, pero
está en nuestra mano el buscar tareas que nos estimulen y animen. Y cualquiera
que sea nuestro trabajo, podemos aportarle muchos de los aspectos de lo que
hacemos cuando jugamos. Dijo una vez Mark Twain: “El secreto del éxito está en
convertir la vocación en vacación”. Por lo visto, eso es lo que hacen los
triunfadores.
Ahora está de moda hablar de los “workaholics”, los adictos o
maníacos del trabajo. En efecto, para algunas personas el trabajo se convierte
en una obsesión malsana, en algo muy similar a un vicio. No parece que les
produzca mucho placer, pero han llegado al punto en que no pueden hacer nada
más.
Los investigadores empiezan a descubrir cosas sorprendentes
acerca de algunos de estos “ergonómanos”. Algunos parecen maníacos de su
actividad porque aman su trabajo, en el que encuentran un desafío, un estímulo
y un enriquecimiento vital. Para estas personas el trabajo viene a ser como el
juego para la mayoría de nosotros. Lo ven como una manera de averiguar hasta
dónde son capaces de llegar, de aprender cosas nuevas, de explorar nuevos
caminos.
¿Qué si hay trabajos más propicios para ello que otros? Desde
luego. La clave está en moverse para conseguirlos, y ahí es donde empieza a
funcionar una de esas espirales ascendentes. Si usted es capaz de encontrar
maneras creativas de hacer su trabajo, eso le ayudará a progresar hacia
trabajos aun mejores. Pero si decide que el trabajo es una mera rutina muy
posiblemente no llegará a ser más que eso.
Hemos hablado de “sinergismo” de un sistema
coherente de creencias, de cómo las creencias positivas apoyan y refuerzan a
otras. Aquí tenemos otro ejemplo. Yo no creo que existan los empleos sin porvenir.
Solo existen las personas que han perdido el sentido de lo posible, que han
decidido no asumir responsabilidades, que han optado por creer en el fracaso.
Con lo cual le sugiero al lector que se convierta en un maníaco del trabajo. No
es cuestión de edificar todo el mundo de uno alrededor del trabajo. Lo que
sugiero es que tanto el mundo personal como el laboral se enriquecen cuando uno
les aporta la misma vitalidad y la curiosidad que pone en sus juegos.