Creencia número 5: Nuestros mayores recursos son los recursos
humanos.
ANTHONY ROBBINS
ANTHONY ROBBINS
Los individuos excelentes (esto es, los que producen resultados
sobresalientes) casi universalmente tienen un sentido de tremendo respeto y
aprecio a las personas. Poseen el espíritu de equipo, el espíritu de la unidad
y de los objetivos comunes. Si algo nos ha enseñado la nueva generación de
libros de economía y empresa, como El cambiante mundo del directivo, En busca
de la excelencia o El Ejecutivo al Minuto, es que no hay éxitos duraderos sin
relaciones entre las personas, que el camino para triunfar pasa por establecer
un equipo que funcione y colabore bien. Todos hemos leído esos informes sobre
las fábricas japonesas, donde obreros y la dirección comen en la misma cantina,
y unos y otros tienen voz y voto a la hora de evaluar el rendimiento. Estos
éxitos reflejan las maravillas que pueden conseguirse cuando se respeta a las
personas, en vez de tratar de manipularlas.
Cuando Thomas J. Peters y Robert H. Waterman Jr., los autores de
En busca de la excelencia, sacaron la quintaesencia de los factores que hacen
grandes a las empresas, uno de los principios que hallaron fue una atención
apasionada hacia la gente. “En las compañías excelentes difícilmente se
encuentra un tema más generalizado que el del respeto al individuo”,
escribieron. Las empresas que habían triunfado eran las que trataban al
personal con respeto y dignidad, las que contemplaban a sus empleados como
asociados y no como meras herramientas. Subrayan que, en un estudio, dieciocho
de los veinte directivos de Hewlett-Packard interrogados manifestaron que su
éxito estaba en función de la filosofía orientada a las personas de la empresa.
Como la mayor parte de las creencias que detallamos aquí, es más
fácil elogiar la idea de palabra que asumirla como propia. Es fácil propagar
verbalmente la necesidad de tratar con respeto a las personas, bien sean de la
propia familia o el personal de nuestro negocio; en la práctica suele ser más
difícil hacerlo.
Mientras lea estos contenidos, mantenga presente la imagen del
timonel que va rectificando el rumbo de su nave mientras avanza hacia su
destino. Lo mismo pasa en la vida. Hemos de permanecer siempre alerta,
rectificar nuestra conducta y recalibrar nuestras acciones para estar seguros
de ir adonde queremos. Decir que uno trata a la gente con respeto no es lo
mismo que hacerlo. Los triunfadores son los que transmiten más eficazmente a
los demás estas preguntas: “¿Cómo podríamos mejorar esto?” “¿Cómo podríamos
solventar esto otro?” “¿Cómo produciremos resultados más positivos?” Saben que
un hombre aislado, por brillante que sea, difícilmente puede rivalizar con el
talento de un equipo eficaz que actúe en la colaboración.