Creencia número 1:
Todo ocurre por su motivo y razón, y todo
puede servirnos.
ANTHONY ROBBINS
Los triunfadores tienen una habilidad increíble para, ante
cualquier situación, centrarse en lo posible y en los resultados positivos que
se podrían extraer de ella. Por mucha realimentación negativa (feedback) que
reciban del medio ambiente, ellos siempre piensan en posibilidades. Creen que
todo ocurre por alguna razón y que ello les puede servir; piensan que toda
adversidad encierra la semilla de un beneficio equivalente o mayor aun.
Le garantizo que la gente que obtiene resultados sobresalientes
piensa de esta manera. Imagíneselo en su propia vida. Las maneras de reaccionar
ante cualquier situación son infinitas. Digamos, por ejemplo, que su negocio
fracasa en conseguir un contrato con el que contaba y que desde luego usted se
había ganado. Algunos quedarían resentidos y frustrados; unos se irían a casa,
a cultivar su melancolía, mientras otros saldrían a emborracharse. Otros aún
pondrían furiosos, y echarían pestes contra la empresa que no nos adjudicó ese
contrato, y dirían por ejemplo que estaba formada por un montón de ineptos. O
tal vez echaríamos la culpa a nuestro propio personal por haber dejado escapar
una oportunidad tan clara.
Con todo esto, qué duda cabe, nos desahogaríamos un poco, pero
no habríamos adelantado gran cosa. Se necesita mucha disciplina para saber
rehacer los propios pasos, aprender las lecciones dolorosas, recomponer la
guardia y explorar nuevas posibilidades. Pero es la única manera de saldar
positivamente lo que parezca un resultado negativo.
Permítaseme aducir un buen ejemplo de posibilidades. Marilyn
Hamilton es ahora una próspera empresaria de Fresno, California. A los
veintinueve años, mientras practicaba el vuelo a vela, cayó por un barranco y
acabó en una silla de ruedas para el resto de sus días, paralizada de cintura
para abajo.
Por supuesto, Marilyn Hamilton pudo fijarse en el gran número de
cosas que ya no estaban a su alcance. Pero prefirió fijarse en las
posibilidades que se abrían ante ella; consiguió ver en la tragedia una
oportunidad. Desde el primer momento la contrarió su silla de ruedas; le
parecía demasiado limitadora y restrictiva. Ni a usted ni a mí, seguramente, se
nos ocurriría cómo valorar la utilidad de una silla de ruedas. Pero Marylin
Hamilton sí pudo, y además se dijo que ella estaba en mejores condiciones que
nadie para proyectar una silla mejorada. Junto con dos amigos constructores de
ultraligeros montó el prototipo de una silla de ruedas perfeccionada.
Los tres fundaron una compañía llamada Motion Designs, cuyo
éxito de muchos millones de dólares revolucionó la industria de las sillas de
ruedas y mereció la distinción de Pequeña Empresa del Año 1984.
Yo no sé si Marilyn Hamilton se habrá puesto alguna vez a
analizar sus propias creencias; el hecho es que actuó partiendo de un sentido
dinámico de lo posible y de lo que estaba en su mano hacer. Prácticamente todos
los triunfos requieren un marco similar.
Párese a pensar un momento en sus propias creencias. Por regla
general, ¿confía en que las cosas le van a salir bien, o teme siempre que
salgan mal? ¿Espera que sus mejores esfuerzos tendrán éxito, o anticipa los
reveses que va a sufrir? En una situación dada, ¿ve usted las posibilidades, lo
que contiene en potencia, o más bien los obstáculos que impiden avanzar? Muchas
personas tienden a fijarse más en el lado negativo que en el positivo. El
primer paso para cambiar esa disposición es darse cuenta de ella. La creencia
en los límites produce gentes limitadas. La clave consiste en deshacerse de
esas limitaciones y operar desde un conjunto de recursos más elevado. En
nuestra cultura los líderes son los que ven las posibilidades, los que salen a
un desierto y ven un jardín. ¿Imposible? ¿Qué ha pasado en Israel? Si usted
cree firmemente en una posibilidad, lo más probable es que llegará a
realizarla.