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Carta de Rimbaud a su profesor Georges Izambard
[ ¿verdad? Debía marcharme otra vez hoy mismo; podía hacerlo: llevaba ropa nueva, habría vendido mi reloj, y ¡viva la libertad! ¡Pero me quedé!, me quedé, y quisiera marcharme un montón de veces más. ¡Venga, sombrero, capa, los puños en los bolsillos, y salgamos! Pero me quedaré, me quedaré... ]
Esta muestra da cuenta de la acelerada evolución del alumno ejemplar y virtuoso, poeta precoz, casi niño, que intenta por todos los medios dar a conocer su poesía, huir de su ambiente asfixiante y descubrir una poética nueva capaz de transformar la vida. Dará a conocer al adolescente indomable, ya "poeta vidente", que por fin consigue trasladarse a París y asombrar y escandalizar a los círculos literarios parisinos; al compañero "infernal" de Verlaine, con quien pone en práctica el "desorden de todos los sentidos" en busca de un lenguaje nuevo y de una poesía absoluta, vida turbulenta a la que dan fin la herida de bala que le proporciona Verlaine en Bruselas, el consiguiente juicio y el encarcelamiento de éste. Rimbaud pública entonces Una temporada en el infierno, suerte de autobiografía, y, tras un breve periodo dedicado al estudio de idiomas y a la conclusión de su poesía nueva, publicada años después bajo el título de Iluminaciones, abandona para siempre la literatura a la temprana edad de veintiún años.
La exposición narra también la segunda vertiente de una vida dedicada a la eterna huida hacia delante, la del andarín incansable que recorre medio mundo para finalmente convertirse, ya exiliado en África, en comerciante, traficante de armas y explorador, corta existencia que concluye dramáticamente a los treinta y siete años en Marsella.
Verlaine nunca dejará de pensar en su amigo, intercambiando con sus amigos comunes Ernest Delahaye y Germain Nouveau dibujos sobre sus peripecias y, más tarde, cuidando la edición de sus poemas y velando por la posteridad que Rimbaud había repudiado y que sin embargo le llegará en vida y no dejará de crecer. De ello también da testimonio esta exposición, así como de la recepción del poeta en España, sus primeras traducciones y la influencia que ejerció desde principios del siglo XX en la joven vanguardia española.
Entre las valiosas piezas que el visitante encontrará se encuentran algunos de los retratos más emblemáticos del poeta, como son las fotografías que de él tomó Carjat en 1871, los retratos que le hicieron Delahaye, Verlaine, Régamey, su hermana Isabelle o Jef Rosman, y los autorretratos fotográficos que se hizo en Harar.
El montaje incluye grabaciones de una amplia selección de textos de Rimbaud en castellano y en francés.
