Una
síntesis de los resultados publicados en una cincuentena de artículos
científicos ha mostrado que, en el 85 % de los casos, recurrir a los métodos
mentales aumenta la capacidad para soportar el dolor. Entre las diferentes
técnicas, la imaginería mental ha resultado ser la más eficaz, aunque su
eficacia varía en función de los soportes visuales. Se puede visualizar una
situación neutra (imaginar que se escucha atentamente una conferencia) o
agradable (verse en un lugar bonito, ante un paisaje soberbio). Existen otros
métodos destinados a distraer al paciente del dolor, como concentrarse en un
objeto exterior (mirar una proyección de diapositivas), practicar ejercicio
repetitivo (contar de cien hasta cero de tres en tres cifras) o aceptar
conscientemente el dolor, no obstante, estos tres últimos métodos no han dado
tan buenos resultados. La interpretación propuesta para explicar esta
disparidad es que la imaginería mental atrae más la atención y, por lo tanto,
es más adecuada para distraer al enfermo del dolor que los métodos basados en
imágenes exteriores, un ejercicio intelectual o una actitud. Un grupo de
investigadores ha establecido que, al cabo de un mes de práctica guiada de
imaginería mental, el 21 por ciento de los pacientes presenta una notable
mejora de la migraña crónica, frente al 7 % por ciento del grupo de control,
que no ha seguido ese entrenamiento.