JAVIER
AUNIÓN – NUEVATRIBUNA.ES
El
comienzo del nuevo curso escolar empieza, un año más, afectado por la crisis y
castigado por los recortes del Gobierno. Pero no debemos olvidar otras cuestiones que afectan gravemente a
nuestros alumnos, y que no pueden considerarse
“problemas menores”. Hablo del acoso escolar
que padecen muchos/as jóvenes y adolescentes lesbianas, gais, transexuales y
bisexuales.
El acoso escolar homofóbico está
relacionado con el intento de suicidio. Los datos son realmente alarmantes. El 43% de quienes lo sufren, ha llegado a plantearse el
suicidio. Este apunte, es fruto de un importante estudio elaborado por la FELGTB y COGAM.
Nuestra Constitución en el
artículo 27, nos reconoce a todos el derecho a la educación. De este derecho,
surge que los poderes del Estado deben
garantizar institucionalmente una educación conforme a los principios
democráticos, el respeto, la convivencia y la tolerancia. Pero es evidente, que aunque se haya legislado con estos fines
–así lo demuestra la LOE-, el
sistema educativo y sanitario carece de instrumentos que pongan fin a estos
datos escalofriantes.
Ante la voz de alarma del informe de
este estudio, se presentó en mayo una
iniciativa parlamentaria en el Congreso de los Diputados. Se propusieron siete medidas importantes que
incluían desde formación en el profesorado hasta acciones sanitarias para la prevención del acoso escolar y el intento de suicidio. La iniciativa se aprobó por
unanimidad, aunque no se ha anunciado la puesta en marcha de ninguna medida por
parte del Gobierno.
Hoy, día
internacional para la prevención del suicidio, es una buena
ocasión para hacer un llamamiento a las autoridades políticas. El Gobierno debe aproximarse al conflicto más allá del
simple anuncio de su voluntad.
Los profesionales de la psicología, indican que el acoso escolar produce
situaciones insostenibles, traducidas en: ansiedad, abandono escolar, tendencia
al abuso de sustancias tóxicas,...
Según la propia FELGTB, hablamos de víctimas “que sienten humillación (63%),
impotencia (60%), rabia (59%), tristeza (59%), incomprensión (57%), soledad
(53%), vulnerabilidad y aislamiento (50%). Pero sobre todo desesperanza (66%).
Esto se traduce, según la investigación, en que el 17% de jóvenes que sufren
acoso escolar homofóbico llega a atentar contra su vida”.
Creo que es importante destacar que
nadie se suicida, ni atenta de ninguna forma contra su vida, por el hecho de
ser lesbiana, gay, transexual o bisexual, sino por la violencia inaguantable producto de la discriminación LGTBfóbica.
Para la consolidación de una sociedad
democrática, debemos ser capaces de promover y respetar el ejercicio de los
derechos de todos los ciudadanos. El Gobierno debe
empezar a actuar. Puede
hacerlo capacitando al profesorado para detectar este problema y ponerlo en
conocimiento de la familia del alumno/a.
Y el grupo parlamentario popular,
debe plantearse la necesidad de aprobar una Ley contra la discriminación. No solo discriminan los niños. Tengamos en cuenta que este estudio indica que un 11% de las víctimas, también
ha sufrido acoso por parte de sus profesores. Seguramente muchos de estos jóvenes permanecen callados,
sin decírselo a sus familias por miedo al rechazo.
Las escuelas deben ser un lugar
seguro, y la responsabilidad es principalmente política.