ALDO ROVATTI
Cada
vez que apartamos el problema de la diversidad, confirmamos nuestro miedo a lo
diferente, que es también el miedo a lo diferente que cada uno es para sí
mismo, y de lo que nos protegemos esforzadamente a diario para mantener nuestra
identidad. Teniendo en cuenta este paralelismo que existe entre lo diferente
que hay en nosotros y lo diferente que encontramos en la calle, podemos
preguntarnos: “Dime quiénes son para ti
los diferentes y cómo los excluyes, y te diré quién eres”
En uno
de sus relatos, la madriguera, Kafka nos muestra cómo una casa puede
convertirse en una prisión. El extraño animal que la construye y la habita está
obsesionado por una única idea: que alguien del exterior pueda penetrar en la
madriguera. Inventa toda clase de sistemas de seguridad, transforma la
madriguera en un laberinto que sólo él conoce, y luego, como tiene que haber
una entrada, se coloca en ella para espiar los peligros exteriores. En un
momento dado, con un gesto absurdo, decide salir de la madriguera y esconderse
en los alrededores para poder controlar mejor los movimientos del posible
visitante. La moraleja es esta: “Cuanto más obsesionados estamos en blindar
nuestro YO (ya sea madriguera o casa), más nos exponemos a la invasión del
otro, obteniendo así justamente el efecto contrario.