¿Para qué sirve besar, aparte de para hacerme sentir bien?
Los
labios son una de las áreas más pobladas de neuronas sensoriales de todo el
cuerpo. Son cien veces más sensitivos que las yemas de los dedos… Ni siquiera
los genitales son tan sensitivos como los labios humanos. Cuando besas, estas
neuronas, junto a las que hay en la lengua y la boca, envían mensajes potentes
al cerebro, que responde con emociones intensas, sensaciones agradables y
reacciones físicas. Además, cuando besas hay un intercambio muy importante de
información – olfativa, táctil y postural – que ayuda al otro a acceder a
muchos datos sobre ti y sobre vuestra compatibilidad, tal vez incluso genética.
¿Cómo
debo besar?
Parece
ser que cuanto más entusiasta es el beso, más potencial ofrece la relación;
ésta es una percepción que tienen sobre todo las mujeres. Así que si alguien te
importa, bésalo con ganas. En cualquier caso, científicos, sexólogos y demás
estudiosos de la materia aconsejan que se debería besar únicamente cuando se tienen
ganas y nunca con una actitud de hastío, rechazo o indiferencia, ya que los
efectos emocionales negativos podrían ser muy perjudiciales.
Nos
hemos ido por las ramas… ¡Recuerda que estoy en la primera cita! Antes de
besar, ¿de qué le hablo?
Tienes
razón. Has tenido detalles románticos para conseguir la cita, habéis pasado
miedo juntos y ahora… ¿De qué le hablas? Ya en esta primera cita, mantén una
conversación íntima con él o ella. Si le das y le pides un poco de información
personal durante esa cena mejorarás mucho la sensación de intimidad: “Cuéntame
algo que siempre hayas querido hacer…” o “Háblame del día más feliz de tu vida”.
Lo que nos dicen las investigaciones es que eso le dará la sensación de que te
importa. Os unirá y compartiréis algo especial.
¿Por
qué hablar de cosas íntimas puede mejorar las relaciones entre las personas?
Tantas
veces hablamos con los demás, incluso con personas que nos importan de verdad,
para no decir nada… La investigadora Brené Brown, que lleva años estudiando lo
que distingue a las personas que viven intensamente – y por tanto también
tienen emociones positivas de forma intensa y son intensamente felices – de las
que no, dice que las personas intensas y auténticas dejan caer las máscaras y
las protecciones y se arriesgan a mostrar quiénes son y qué les importa. El
resto, y me temo que somos una mayoría, tenemos miedo y nos escondemos. No se
trata de lanzarse a contar secretos íntimos en la primera cita, sino de mostrar
un poco de vulnerabilidad y de transparencia. Eso resulta muy atractivo porque
sólo lo hacen las personas valientes y que se aceptan a sí mismas, con todas
sus imperfecciones.
Y
recuerda: después de esa primera cita, cualquier relación necesita un cuidado
regular para no caer en la rutina y en el aburrimiento.