La esquela que informa del fallecimiento de Tim Ribberink incluye la nota manuscrita que el chico dejó a sus padres. “Queridos papá y mamá, toda mi vida he sido ridiculizado, traicionado, acosado y rechazado. Vosotros sois fantásticos. Espero que no os enfadéis. Hasta la vista. Tim”
ISABEL FERRER - EL PAÍS
El suicidio de Tim
Ribberink, un joven holandés de 20 años, víctima de acoso a través de
Internet, ha reavivado el debate sobre el uso de las redes sociales en el
país. Sobre todo porque la policía ya ha dicho que no puede investigar el
asunto en nombre de los padres. Solo hubiera servido la denuncia del afectado
directo. La familia sí ha hecho un llamamiento al nuevo Gobierno de centro
izquierda para que obligue a los centros educativos a registrar todos los
incidentes de acoso. De este modo, los causantes podrán ser identificados y
perseguidos.Rubio y de ojos azules, Tim era un chico como tantos de sus
compatriotas. Originario de Tilligte, un pueblo de 742 habitantes al este de
Holanda, quería ser profesor de Historia y estudiaba en una escuela
politécnica. Para cubrir gastos, servía también en una heladería local llamada
Happy Days. Una vida en apariencia tranquila en el seno de una familia feliz.
Pero Tim era presa de los ciberacosadores, y nunca lo dijo. La pasada semana no
pudo más y les contó a sus padres la pesadilla de sus años de primaria y
secundaria, donde empezó el tormento. Un comentario en apariencia banal sobre
un reciente y malogrado viaje a Israel, desencadenó la confesión. “Nada me sale
bien”, dijo, para explicar luego sus penurias. El pasado jueves, cuando sus
progenitores trataban de asumir que no acertaron a ver su amargura, Tim se
quitó la vida.A principios de esta semana, los Ribberink tomaron una decisión.
Junto al anuncio de la pérdida de “lo más precioso que teníamos”, publicaron la
desgarradora nota de despedida de su hijo: “Queridos papá y mamá, toda la vida
me han ridiculizado, traicionado, acosado y rechazado. Vosotros sois
fantásticos. Espero que no os enfadéis. Hasta la vista. Tim”. Aunque
técnicamente no puedan buscar al culpable, los padres quieren saber el nombre de
la persona que acabó por hundirle. Un desconocido que debía conocerle bien y
colgó en la Red dos mensajes de tono humillante en los últimos meses.El primero se remonta a 2010, y apareció en un sitio de Internet
especializado en evaluar la calidad del ramo de la hostelería. Denigraba la
heladería Happy Days en una declaración firmada por Tim, pero escrita por el
acosador. El segundo mensaje, remitido el pasado verano, describía al fallecido
en primera persona en los siguientes términos: “Soy un perdedor y un
homosexual”. Los dos textos solo fueron borrados de Internet cuando la esquela
del joven era un asunto nacional.Henk y Martina Knol, los dueños de la heladería, han señalado que
le vieron más delgado e introvertido en los últimos tiempos. Las dependientas,
por su parte, recuerdan su timidez cuando bromeaban sobre sus inclinaciones
sexuales. “Si era gay, no quería que nadie lo supiese”, añaden. En holandés
coloquial se hace una distinción entre gay y homo, para referirse a este
colectivo. Solo la segunda palabra, abreviada, se usa como insulto. Pero todo
esto son conjeturas. “Tim no era un niñato. Era un chico fuerte y valiente que
soportó años de acoso. La familia ha decidido perder el anonimato para alentar
un debate nacional, internacional, si cabe, sobre el matonismo”, dijo Marinus
van den Berg, un sacerdote que colabora desde hace casi tres décadas con la
Asociación holandesa de Padres que han perdido a sus Hijos.“Que nadie se engañe. Esta es una familia unida y cariñosa. Puede
pasarle a cualquiera. Por eso es preciso evitar el acoso en escuelas, asilos,
hospitales, o gimnasios. Es una amenaza social, pero las víctimas se recuperan
si son ayudadas a tiempo”, añadió el pastor. A Tim, que había hecho suyo el
lema “Nunca, nunca, nunca, te rindas”, acuñado por Winston Churchill durante la
II Guerra Mundial, no le llegó.