"No sé si mi historia es importante." Esa fue la frase que más veces oí de las personas con las que me senté a hablar para construir este libro. La decían justo antes de empezar la conversación, dudando de que sus vivencias fueran a aportar algo a este diálogo colectivo. Yo también dudé durante muchos años de que mi experiencia fuese importante. Claro que nuestras historias lo son, pero nos han hecho creer que no y nosotros lo hemos asumido así. ¿Cómo no va a ser importante decirles a tus padres que eres lesbiana en medio de una carretera después de una boda a la que tu novia no ha podido ir? ¿Cómo no va a ser importante cruzar un océano porque en tu país te habían secuestrado y amenazado de muerte por ser una mujer trans? ¿Cómo no va a ser importante que tus compañeros de instituto te hayan acosado durante años o que te hayan llevado a terapia por tu orientación sexual? ¿Cómo no va a ser importante que nadie te dijera que tu bebé era intersexual antes de que le operaran sus genitales?
Hemos crecido oyendo insultos como "maricón", "marimacho" y "travelo" mientras nuestro entorno hacía bromas sobre orientación sexual e identidad de género y recibíamos noticias de palizas. Hemos asimilado que nuestra existencia era negativa y que despertaba odio en los demás. Hemos alcanzado la edad adulta pensando que éramos menos. Hemos interiorizado que nuestras realidades son menos relevantes, menos aptas, secundarias, mínimas, inservibles; en definitiva, invisibles. ¿Cómo no vamos a quitarles validez a nuestras propias historias si hemos aprendido durante toda la vida que somos motivo de rechazo? Nos han hecho naturalizar la violencia que sufrimos, como si fuera normal que nos tuviera que suceder algo malo por ser gais, lesbianas, bisexuales, trans, intersexuales, etcétera.
El 24 de agosto de 2018 el movimiento #MeQueer estalló en España. Twitter se llenó de denuncias y de casos de discriminación por ser una persona LGTBI+. El hashtag fue trending topic a las pocas horas y en solo un día se registraron más de 40.000 tuits. El impacto hizo que saltara a Latinoamérica y que, como si se tratase de un seísmo, se replicara en países como México, Argentina, Venezuela, Paraguay y Colombia. Unos días antes, el 13 de agosto, el escritor alemán Hartmut Schrewe lo había iniciado de forma espontánea. Dos semanas después, el #MeQueer sumaba más de 110.000 mensajes en todo el mundo.
Al igual que Hartmut, cuando escribí el primer tuit jamás se me pasó por la cabeza que se desataría un tsunami de vivencias tan inmenso. Aquel día decidimos romper en las redes nuestro silencio, nuestro dolor y nuestra vergüenza. Aquel día, también, muchas personas escucharon por primera vez lo que para nosotros, nosotras, nosotres es nuestro día a día: sentir odio por no ser heterosexual ni cis. De ese rugido comunitario y de ese abrazo digital nace este libro.
España está a la cabeza de los países de la Unión Europea con mayor aceptación de los derechos de las personas LGTBI+. Tenemos una ley estatal que garantiza el matrimonio homosexual y que nos permite adoptar, una ley estatal de identidad de género y diferentes leyes LGTBI+ y trans autonómicas que a-plían la protección a otros ámbitos. Sin embargo, este avance en el marco legal no ha ido acompañado de un avance en el marco social. Nos podemos casar y las personas trans pueden cambiar sus datos en el Registro Civil, pero nos siguen pegando palizas por la calle, sufrimos acoso en las aulas, nos someten a terapias de conversión como si estuviéramos enfermos, tal y como hacía la dictadura franquista; las personas trans siguen teniendo dificultades para acceder a un puesto de trabajo y siguen necesitando un informe de disforia de género, seguimos teniendo miedo de expresarnos libremente en ciertos espacios... Y esta discriminación se agrava y se vuelve interseccional si hablamos de personas LGTBI+ migrantes, racializadas, con menos recursos económicos y/o con algún tipo de diversidad funcional.
La violencia que sufrimos las personas LGTBI+ en España es sistemática, crónica e histórica. La violencia que recibimos viene de partidos políticos, instituciones religiosas, jefes, compañeros de clase, compañeros de trabajo, padres, madres, conocidos y desconocidos. La violencia sigue estando ahí. Sigue repitiéndose. Sigue haciendo su camino. No se corta. No se frena. No se detiene.
Este libro pretende ser un lugar para encontrarnos, para valorarnos y para reconocer que nuestras vidas sí importan y sí son valiosas. Es un lugar para todas las personas a las que no nos han dejado hablar y nos han hecho sentir que teníamos que estar calladas con la cabeza agachada. Hoy esa sumisión se termina. Pero este libro también quiere ser un lugar de escucha para que conozcáis cómo se pudo haber sentido vuestro hermano gay en la adolescencia, lo que siente vuestra amiga trans ahora mismo o lo que sintió aquella chica que viste por el pasillo del instituto cuando le gritaste "bollera". Sin vosotros no habrá un cambio y esa violencia seguirá perpetuándose. Las personas LGTBI+ no somos responsables de la discriminación que sufrimos ni tenemos la culpa de que se ataquen nuestras libertades y se vulneren nuestros derechos. Existimos. Estamos aquí. Ya no queremos estar en los márgenes. Jamás elegimos estar ahí.
No puedo negar ni esconder el lugar desde el que estoy escribiendo. Hablo desde mi perspectiva y asumiendo mis privilegios como hombre blanco, europeo, cis, gay, con estudios, que vive en Barcelona, de clase obrera aspiracional y que tiene estas páginas a su disposición. No me estoy erigiendo como voz única ni representante de todos, sino como un agente transmisor que comparte este lugar.
En estas páginas hay compilados casi dos años de investigación y de trabajo. Es un diario de viaje, de esperas en el tren, de llamadas por Skype, de cafés en el barrio de Sant Antoni, de acudir a asociaciones, de asistir a proyecciones de documentales y a charlas, pero también de salir de fiesta, de pasear el dedo por Instagram y de abrir Grindr. Todas las historias que aparecen a continuación son reales. Sin embargo, algunos nombres son ficticios para proteger el anonimato de los testimonios. Soy consciente de que faltan puntos de vista. La realidad LGTBI+ es muy amplia y diversa y toda no se puede almacenar en algo más de doscientas páginas. Aquí hay recogidas una treintena de historias. Quiero pensar que este es un punto de partida para que después se escuchen muchas más.
Estos relatos de vida tampoco pretenden generalizar, sino contribuir a formar un retrato colectivo actual que ilustre en qué punto estamos. En este libro no hay respuestas ni soluciones; lo que se dibuja es un mapa de las violencias que sufrimos las personas LGTBI+. El libro está dividido en ocho espacios en los que las enfrentamos —nuestra casa, los centros educativos, la calle, el trabajo, instituciones públicas como ayuntamientos y el Gobierno, las cárceles, los centros sanitarios y el espacio que ocupan nuestra salud mental y emocional— para poder ver quién las ejerce, qué mecanismos activamos para enfrentarlas, qué huella nos dejan y cómo intentamos vencerlas.
No, no estamos tan bien. Ni estamos tan bien como pensáis, ni estamos tan bien como nos han hecho pensar. Seguir ocultando, negando y menospreciando la violencia que sufrimos supone ser cómplice de ella. No buscamos tolerancia, porque tolerar significa permitir algo de modo excepcional. Tampoco buscamos permiso para estar porque nadie tiene poder sobre nuestra existencia. Queremos demoler el armario en el que nos encierran. Queremos ser tan libres como vosotros. No queremos puertas ni rejas. Queremos reventar el cerrojo y verlo todo abierto. Así, de par en par. Que entre en el aire. Que nos veáis. Que nos veáis como iguales. Si uno de los principios de la democracia es la igualdad entre ciudadanos, el odio a la diversidad sexual y a la identidad de género no tiene cabida en nuestra sociedad. Nos atañe ponerle fin. Vamos a extirparlo.
MEDITACIÓN Y RELAJACIÓN
domingo
jueves
domingo
viernes
lunes
viernes
miércoles
martes
DIGNIDAD DE LA MEMORIA Y DE UNA LUCHA
Robin Campillo, conocido por su trabajo como guionista en 'Les revenants', dirige esta película francesa sobre activismo y amor. En el París de principios de los años 90, el SIDA se está cobrando las vidas de centenares de personas, mientras la sociedad se mantiene indiferente a la epidemia. Un grupo de jóvenes forma ACT UP, una plataforma de activismo, que lucha para crear conciencia contra la enfermedad, presionar para lograr un tratamiento e informar de la necesidad de tener sexo seguro. Sean (Nahuel Pérez Biscayart) gasta hasta su último aliento en la lucha, lo que captará la atención de Nathan (Arnaud Valois), un recién llegado al grupo. '120 pulsaciones por minuto' logró el Gran Premio del Jurado en el festival de Cannes en 2017 y fue nominada para la Palme d'Or.
sábado
miércoles
lunes
sábado
SUEÑO, LUEGO EXISTO
La pasada noche, en un estado de duermevela y con la cabeza
embotada por la escucha intermitente del tercer capítulo del audiolibro *Demian, me fui a dormir bastante
aturdido.
Al alba me desperté angustiado. Había tenido una pesadilla
reveladora:
Me encontraba con mis hermanos mayores, en una hora imprecisa
de la madrugada y sin saber muy bien qué
hacer, en una vía férrea semiabandonada
que atraviesa los montes de León. Rodeados como estábamos de restos
ferroviarios desvencijados, cada uno se entregaba distraídamente a tareas banales sin prestar demasiada atención a lo que hacíamos individualmente.
Por increíble que pueda parecer conseguí poner una lasca descomunal
muy blanca, frágil y aterciopelada - que me triplicaba en tamaño - en medio de
la vía. Sin considerar las consecuencias de una acción tan demoníaca me alejé del lugar. Más tarde tome clara conciencia del
tremendo desaguisado que habría de acontecer si no la cambiaba de sitio.
Infructuosamente no la conseguía mover. Presuroso, le pedí ayuda a María que ni se inmutó enfrascada como estaba en chocar piedras contra una
traviesa. Javier apenas tuvo tiempo para reaccionar; una vieja
automotora de los años cincuenta apareció sorpresivamente a gran velocidad. Con gran estruendo impactó y desplazó de la vía a la enorme piedra que se tambaleó ligeramente sin perder la posición vertical.
Acongojado y lleno de vergüenza traté de eludir mi
responsabilidad con argumentos inverosímiles, a cada cual más
torpe.
Me desperté. Había sido un mal sueño… pero
inmediatamente me acordé de los adolescentes LGBTI y escribí en mi diario:
Docente: ¿Te parece
decente que cincuenta jóvenes homosexuales y transexuales se quiten la vida
cada año sin que la comunidad educativa haga prácticamente nada por evitarlo?
El miedo nos paraliza,
pero también nos interpela en lo más profundo de nuestras conciencias.
* El capítulo 2 de la novela describe magistralmente el acoso que sufre en el instituto su protagonista, Emile Sinclair, un niño de diez años que está siendo extorsionado repetidamente por Kromer, un adolescente sádico que le manipula y somete hasta extremos inusitados.
Quien no se conmueva y enoje ante semejante atropello tendrá que hacérselo mirar porque ciertamente es espeluznante el destrozo psicológico que provoca en su víctima el joven maltratador.
* El capítulo 2 de la novela describe magistralmente el acoso que sufre en el instituto su protagonista, Emile Sinclair, un niño de diez años que está siendo extorsionado repetidamente por Kromer, un adolescente sádico que le manipula y somete hasta extremos inusitados.
Quien no se conmueva y enoje ante semejante atropello tendrá que hacérselo mirar porque ciertamente es espeluznante el destrozo psicológico que provoca en su víctima el joven maltratador.
jueves
sábado
MI ÚLTIMO DESAYUNO DIVERSO
Esta mañana estuve en los DESAYUNOS DIVERSOS del IES Julio Pérez. El profesor de Historia y jefe de estudios adjunto, Alfonso Asensio, aprovechó la onomástica de San Valentín para realizar una lúcida disertación sobre los mitos del amor romántico.
Una
vez más, el aula arcoíris de la diversidad se llenó de estudiantes, docentes y
familias ávidos por entender y desentrañar el peso que aun tienen en nuestra
sociedad un sistema de creencias y comportamientos que están muy ligados a la herencia
heteropatriarcal en la que hemos sido educados.
A
modo de píldoras, estas son algunas ideas con las que Alfonso ha querido
despertar la conciencia crítica de todos los que tuvimos la oportunidad de deleitarnos con su sabiduría:
El
amor es una construcción social que varía según la época y el trasfondo
cultural.
En
el imaginario colectivo se expresa en el contexto de una familia nuclear y pareja heterosexual.
La
literatura, el cine, las series de televisión están plagados de tramas donde triunfan los amores imposibles. El
amor feliz no tiene historia, triunfa el amor amenazado y condenado. Sólo es auténtico
amor si te hace sufrir.
El
amor romántico va ligado al género y se construye desde una perspectiva
binarista. Los hombres deben ser independientes, seguros, intrépidos,
seductores, activos… y un poco lerdos sentimentalmente. Por el contrario, las
mujeres deben mostrarse tiernas, pasivas, sensibles, vulnerables, detallistas…
con un marcado acento afectivo en los actos de la vida cotidiana.
Los
seres humanos estamos predestinados a encontrar la media naranja. Solo hay una posible elección: la pareja ideal, aquella
que nos acompañará hasta el final de la vida. Encontrar pareja se convierte así
en un objetivo primordial que nos permitirá alcanzar la ansiada felicidad.
Los
celos son un signo de amor y justifican determinados comportamientos indeseables y
represivos como el control de la pareja o algunas actitudes violentas.
La
idealización del amor durante la adolescencia y la falsa creencia en su poder
omnímodo, nos impulsa a conjeturar que el amor es el mejor antídoto ante cualquier
infortunio.
Al
término de la sesión me quedé con un regusto de insatisfacción porque hubiera
deseado tener más tiempo para profundizar en los contenidos expuestos. Un
sentimiento igualmente compartido por buena parte de los asistentes que lamentaban la limitación que suponen los veinticinco minutos del recreo. Una
frustración temporal que, ciertamente, nos incitará a volver con mayor interés** la próxima semana. J.
* El apoyo efectivo de la dirección del centro.
* La participación de las familias.
* Los contenidos expuestos son innovadores y responden a necesidades reales de autoaceptación, socialización y empoderamiento.
* La metodología empleada se focaliza en el desarrollo emocional de los participantes a través de cinco valores compartidos: respeto, confianza, empatía, integridad y compromiso.
* La limitación temporal es el mejor aliado: actúa como revulsivo generando mayores expectativas en las demandas de los participantes.
** Factores determinantes en el éxito de esta experiencia:
* El apoyo efectivo de la dirección del centro.
* La participación de las familias.
* Los contenidos expuestos son innovadores y responden a necesidades reales de autoaceptación, socialización y empoderamiento.
* La metodología empleada se focaliza en el desarrollo emocional de los participantes a través de cinco valores compartidos: respeto, confianza, empatía, integridad y compromiso.
* La limitación temporal es el mejor aliado: actúa como revulsivo generando mayores expectativas en las demandas de los participantes.
domingo
QUE NO TE CONFUNDAN CON SU ARENGA DE ODIO
Ante la
deriva que está tomando la extrema derecha con el mal llamado pin
parental y el riesgo que supone para la convivencia trasladar a las
aulas su discurso de odio, parece oportuno realizar una reflexión sobre qué
medidas preventivas se pueden poner en marcha en nuestras escuelas para
evitar los perversos efectos de la LGBTIfobia entre los más jóvenes.
En una acción
destacada de activismo social, los centros educativos Duque de Rivas, Hipatia,
José Hierro y Julio Pérez, vienen desarrollando en los últimos años una
estrategia educativa que está teniendo gran aceptación entre el alumnado y que
se ha revelado singularmente eficaz en la erradicación de los comportamientos
discriminatorios. Son los llamados DESAYUNOS DIVERSOS.
Con el
concurso de cada comunidad educativa, familias, estudiantes, profesores, activistas y
profesionales del ámbito de la Salud y la Cultura, se reúnen un día a la
semana en el tiempo del recreo en las aulas de la diversidad para
abordar temáticas muy variadas relativas al universo de los afectos y las emociones, los peligros del sexo sin protección, la lucha
contra la homofobia, el racismo, la xenofobia, el ciberacoso y otras formas de exclusión
social, en las que se pone un especial cuidado para dar soporte emocional a
aquellos estudiantes que no se reconocen en la orientación sexual o identidad de género dominantes, o que por distintas circunstancias pudieran estar en situación de riesgo, mediante el fomento de habilidades sociales y herramientas de desarrollo personal.
Los datos
estadísticos son concluyentes: un 10 % de los jóvenes no se reconocen
heterosexuales; afrontan su desarrollo identitario en la mayoría de los casos,
en entornos heterosexistas, sin el apoyo de las familias y en el olvido de un
Sistema Educativo que niega esta realidad en el ámbito de su competencia. Esta
situación les conduce, invariablemente la mayor parte de las veces, al fracaso
escolar y a conductas inapropiadas que ponen en grave riesgo su salud y
comprometen su desarrollo psico-afectivo. Para muestra, un dato estremecedor:
el índice de suicidios en adolescentes LGBTI es tres veces superior que en
heterosexuales, o dicho de otro modo, en nuestro país cincuenta jóvenes homosexuales y transexuales se quitan la
vida cada año sin que las autoridades educativas hayan hecho, hasta ahora, gran
cosa por evitarlo.
Con este proyecto se pretende dar a conocer una herramienta educativa, pionera en nuestro
país, que está dando muy buenos resultados en los centros donde se ha
implementado y que permite erradicar el hostigamiento a los compañeros que
se perciben como más débiles e inseguros, y en consecuencia, los comportamientos
discriminatorios. Cada semana, las aulas donde se celebran los DESAYUNOS
DIVERSOS se llenan de estudiantes
ávidos por entender y aceptar realidades aun - hoy - muy
estigmatizadas. El grado de invisibilización LGBTI es atroz en nuestras
escuelas; no solo afecta a los estudiantes, también a ese 10 % de profesores
que se sienten inseguros en un entorno que les puede convertir en víctimas
propiciatorias del bullying homofóbico. Es sintomático el nulo apoyo
institucional que han tenido estas iniciativas por parte de la Consejería de
Educación de la Comunidad de Madrid. El contagio del estigma que aun conlleva
la homosexualidad y la transexualidad afecta por igual a todo el estamento
educativo.
Los DESAYUNOS DIVERSOS, con el apoyo de las familias que participan,
no solo crean conciencia social sobre distintas formas de amar,
también ayudan al empoderamiento y socialización de todos los estudiantes,
especialmente de los más vulnerables. Y lo que es singularmente
importante: existe una absoluta transparencia en el contenido de los temas
tratados. En este espacio, las reflexiones que realizan alumnos, familias,
activistas y profesores tienen igual ponderación; despiertan la conciencia
crítica de la comunidad educativa y ayudan por igual - docentes incluidos -
a mejorar las capacidades emocionales, a superar prejuicios e ideas
limitantes y a transformarnos en ese continuo que genera la educación
inclusiva.
Y por último, no podemos olvidar que con esta acción
formativa se está dando cumplimiento a lo dispuesto en la Ley 3/2016
- de 22 de julio - de la Comunidad de Madrid, de Protección Integral contra la
LGBTIfobia y la Discriminación por Razón de Orientación e Identidad Sexual que
señala que “los centros adoptaran las medidas necesarias para evitar, y en
su caso, eliminar, contenidos educativos que impliquen discriminación o
violencia física o psicológica o puedan inducir a la comisión de delitos de
odio basados en la diversidad sexual y de género. La programación docente
deberá contener pedagogías adecuadas para el reconocimiento y respeto de las
personas LGTBI y sus derechos”
¡Hay que
frenar a la ultraderecha poniendo el corazón🔻 por bandera!
Que no te
confundan con su discurso de odio.
Reivindica
y celebra TU diversidad.
🔻Joaquín Álvarez (Tutoría LGBTI+H)
sábado
EXCELENTE INICIATIVA INTERCULTURAL
Alumnos del programa Erasmus+ junto a la bandera arcoíris en el IES La Rosaleda
ANA VARGAS, PROFESORA DEL IES LA ROSALEDA DE MALAGA - 20 MINUTOS
LGTB at School es un proyecto Erasmus+ Ka229 en el que participa el IES La Rosaleda de Málaga junto a tres centros más: el instituto alemán Friedensburg-Oberschule (Berlín), el belga GO! Atheneum Centrum (Ostende) y el rumano LIceul Teoretic “Aurel Lazar” (Oradea). El objetivo es normalizar y visibilizar al colectivo LGTB en los institutos, así como prevenir y combatir el bullying, ciberacoso y abandono escolar.
La idea de este proyecto surgió hace unos años, al reparar en que “maricón” es uno de los insultos más empleados en un instituto. Nos parece inconcebible que las opciones sexuales puedan emplearse como ofensa a estas alturas; pero no es solo eso. La adolescencia es un periodo difícil, lleno de inseguridades para todos y sentirse parte de una minoría cuestionada lo hace más duro aún. Aun así, lo que nos acabó de hacer ver la absoluta necesidad de este proyecto fue leer el informe de UNICEF de 2018 según el cual el 50% del alumnado LGTB ha sufrido bullying o ciberacoso durante la secundaria. Así que es necesario actuar. A los profesores nos encanta enseñar matemáticas o filosofía; pero más nos gusta enseñar respeto, responsabilidad, tolerancia. En definitiva, ayudar a formar alumnos comprometidos con su sociedad y libres, porque, además, creemos que solo así se está en condiciones reales de aprender.
Este proyecto está dividido en cuatro grandes bloques temáticos: La situación de los derechos LGTB en nuestros países, la contribución del colectivo al arte y la cultura europea, el acoso y los nuevos modelos de familia. Pensamos que es necesario visibilizar al colectivo, así como sus aportaciones a nuestra cultura. Dotar de modelos LGTB al alumnado es importante para romper estereotipos, para comprender que la identidad de género o la orientación sexual no nos condiciona ni intelectual, ni laboral ni socialmente. Y esto es importante que lo aprendamos todas las personas, las no LGTB especialmente, ya que normalmente es la ignorancia la que crea los problemas a aquellas personas que por sí mismas no los tendrían.
Con la intención de ser lo más eficaces posibles, hemos contactado con distintos colectivos que colaboran con nosotros de manera desinteresada y absolutamente generosa: profesores LGTB, Chrysallis (asociación de padres de menores trans), Apoyo Positivo, la asociación de estudiantes Erasmus (ESN) o la abogada y activista Charo Alises Castillo. Todos ellos nos han transmitido distintas sensibilidades y necesidades porque somos muy conscientes de que, incluso con las mejores intenciones, es fácil cometer errores.
A partir de ahí, hemos pretendido diseñar actividades divertidas al tiempo que formativas: juegos inclusivos, talleres, documentos de investigación. Todos ellos los publicamos libres de derechos en nuestro blog lgtbatschool.blogspot.com para que cualquiera que lo desee pueda descargarlos. Es nuestra manera de contribuir a tanta generosidad como nos hemos encontrado. Además, y dado que la gente joven se mueve en las redes, hemos creado un Instagram en el que subimos lo más destacado (@lgtb_at_school).
Pero, sin duda, lo más gratificante de este proyecto es ver el grado de implicación del alumnado, españoles y extranjeros. La naturalidad con la que aceptan la diversidad y sus ganas de trabajar. Nos gusta saber que estamos colaborando a que nadie se sienta juzgado. Nos gusta verles ser con orgullo quienes son, cis-heterosexuales, trans o lo que elijan, nos agrada pensar que cuando intenten ligar en el instituto, puede que su autoestima salga un poco dañada si les dan calabazas; pero que no estarán afrontado un acto de valentía porque no estarán asumiendo más riesgos que el de ser rechazados; pero nadie se meterá con ellos. Y nos gusta escuchar a los padres decir que les encanta el proyecto y que deberían hacerse más así. Sobre todo, nos gusta porque creemos que contribuimos a crear centros donde todos se sienten seguros y eso es lo primero que cualquier padre busca. Una vez seguros, orgullosos de ser quienes somos, podemos aprender muchas otras cosas, todas las que queramos en esta vida.
Si queréis contribuir, podéis ayudarnos a difundir este proyecto. Además, en Instagram hay una story llamada Collaborators donde publicamos fotos con la profesión de la persona y un breve comentario de por qué educar en diversidad es importante. Pretendemos con ello mostrar que somos una gran cantidad de personas diversas las que apoyamos y nos apoyamos. Si quieres mandar tu foto y un comentario, la dirección de correo es lgtbatschool@gmail.com
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ACOSO ESCOLAR: RADIOGRAFÍA DE LA IMPUNIDAD
ARTURO PÉREZ-REVERTE - XLSEMANAL
Supongo que a muchos se les habrá olvidado ya, si es que se enteraron. Por eso voy a hacer de aguafiestas, y recordarlo. Entre otras cosas, y más a menudo que muchas, el ser humano es cruel y es cobarde. Pero, por razones de conveniencia, tiene memoria flaca y sólo se acuerda de su propia crueldad y su cobardía cuando le interesa. Quizá debido a eso, la palabra remordimiento es de las menos complacientes que el hombre conoce, cuando la conoce. De las menos compatibles con su egoísmo y su bajeza moral. Por eso es la que menos consulta en el diccionario. La que menos utiliza. La que menos pronuncia.
Hace dos años, Carla Díaz Magnien, una adolescente desesperada, acosada de manera infame por dos compañeras de clase, se suicidó tirándose por un acantilado en Gijón. Y hace ahora unas semanas, un juez condenó a las dos acosadoras a la estúpida pena -no por estupidez del juez, que ahí no me meto, sino de las leyes vigentes en este disparatado país- de cuatro meses de trabajos socioeducativos. Ésas son todas las plumas que ambas pájaras dejan en este episodio. Detrás, una chica muerta, una familia destrozada, una madre enloquecida por el dolor y la injusticia, y unos vecinos, colegio y sociedad que, como de costumbre, tras las condolencias de oficio, dejan atrás el asunto y siguen tranquilos su vida.
Pero hagan el favor. Vuelvan ustedes atrás y piensen. Imaginen. Una chiquilla de catorce años, antipática para algunas compañeras, a la que insultaban a diario utilizando su estrabismo -«Carla, topacio, un ojo para acá y otro para el espacio»-, a la que alguna vez obligaron a refugiarse en los baños para escapar de agresiones, a la que llamaban bollera, a la que amenazaban con esa falta de piedad que ciertos hijos e hijas de la grandísima puta, a la espera de madurar en esplendorosos adultos, desarrollan ya desde bien jovencitos. Desde niños. Que se lo pregunten, si no, a los miles de homosexuales que todavía, pese al buen rollo que todos tenemos ahora, o decimos tener, aún sufren desprecio y acoso en el colegio. O a los gorditos, a los torpes, a los tímidos, a los cuatro ojos que no tienen los medios o la entereza de hacerse respetar a hostia limpia. Y a eso, claro, a la crueldad de las que oficiaron de verdugos, añadamos la actitud miserable del resto: la cobardía, el lavarse las manos. La indiferencia de los compañeros de clase, testigos del acoso pero dejando -anuncio de los muy miserables ciudadanos que serán en el futuro- que las cosas siguieran su curso. El silencio de los borregos, o las borregas, que nunca consideran la tragedia asunto suyo, a menos que les toque a ellos. Y el colegio, claro. Esos dignos profesores, resultado directo de la sociedad disparatada en la que vivimos, cuya escarmentada vocación consiste en pasar inadvertidos, no meterse en problemas con los padres y cobrar a fin de mes. Los que vieron lo que ocurría y miraron a otro lado, argumentando lo de siempre: «Son cosas de crías». Líos de niñas. Y mientras, Carla, pidiendo a su hermana mayor que la acompañara a la puerta del colegio. La pobre. Para protegerla.
Faltaba, claro, el Gólgota de las redes sociales. El territorio donde toda vileza, toda ruindad, tiene su asiento impune. Allí, la crucifixión de Carla fue completa. Insultos, calumnias, coro de divertidos tuiteros que, como tiburones, acudieron al olor de la sangre. Más bromas, más mofas. Más ojos bizcos, más bollera. Y los que sabían, y los que no saben, que son la mayor parte, pero se lo pasan de cine con la masacre, riendo a costa del asunto. La habitual risa de las ratas. Hasta que, incapaz de soportarlo, con el mundo encima, tal como puede caerte cuando tienes catorce años, Carla no pudo más, caminó hasta el borde de un acantilado y se arrojó por él.
Ignoro cómo fue la reacción posterior en su colegio. Imagino, como siempre, a las compis de clase abrazadas entre lágrimas como en las series de televisión, cosa que les encanta, haciéndose fotos con los móviles mientras pondrían mensajitos en plan Carla no te olvidamos, y muñequitos de peluche, y velas encendidas y flores, y todas esas gilipolleces con las que despedimos, barato, a los infelices a quienes suelen despachar nuestra cobardía, envidia, incompetencia, crueldad, desidia o estupidez. Pero, en fin. Ya que hay sentencia de por medio, espero que, con ella en la mano, la madre de Carla le saque ahora, por vía judicial, los tuétanos a ese colegio miserable que fue cómplice pasivo de la canallada cometida con su hija. Porque al final, ni escozores ni arrepentimientos ni gaitas en vinagre. En este mundo de mierda, lo único que de verdad duele, de verdad castiga, de verdad remuerde, es que te saquen la pasta.
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