JOSÉ MANUEL DÍEZ - EL PERIÓDICO DE EXTREMADURA
He aprendido que el amor pasa, pero lo amado permanece. He
aprendido que la sabiduría no se alcanza sabiendo, sino dudando. He aprendido
que la vida es cruel con la mayoría y generosa con la minoría, por lo tanto es
injusta con todos. He aprendido que hay miradas que dejan más huellas que
cualquier pie. He aprendido que la resistencia de los grandes árboles proviene
de sus raíces. He aprendido que el último paso es tan importante como el
primero, porque el último paso de un camino andado es el primero de otro camino
por andar.
He aprendido que hay más poesía en
las calles que en las bibliotecas, y más música en el campo que en los
conservatorios. He aprendido que cualquier hombre y cualquier mujer, desnudos
en una cama, miden exactamente lo mismo. He aprendido que las nubes tienen más
poder que el Banco Mundial. He aprendido que tener buenos amigos consiste en
ser buen amigo.
He aprendido que hay tantos mundos
como personas, y tantas personas como formas de sentir. He aprendido que el
miedo es un estado de la consciencia. He aprendido que al héroe no lo hace la
capacidad de vencer sino la capacidad de sufrir. He aprendido que quien nos
quiere nunca nos mienten, aunque no nos diga la verdad. He aprendido que tener
tiempo es la mayor riqueza.
He aprendido a llorar con los que
lloran, a reír con los que ríen y a callar con los que callan, sabiendo que mis
propias lágrimas, mis propias risas y mis propios silencios tenían más valor en
compañía. He aprendido que el reflejo de una mano izquierda es una mano
derecha. He aprendido que se besa, se canta y se ve mejor con los ojos
cerrados. He aprendido que Dios existe cuando creemos que existe.
He aprendido que las casas de la
verdad siempre tienen dos puertas, que las puertas de la verdad siempre tienen
dos cerraduras y que las cerraduras de la verdad siempre tienen dos llaves. He
aprendido que la madre abraza al hijo el primer día de su vida y ya no lo
suelta jamás. He aprendido que el dolor es el mejor maestro y el amor es el
mejor consejero. He aprendido que un hombre es tan libre como sus actos.
He aprendido que la soledad es un
derecho natural del creador. He aprendido que la bondad siempre es un don para
quienes la reciben pero también, a veces, es una maldición para quienes la
ejercen. He aprendido la necesidad de olvidar lo que nos hizo daño, para volver
a ser frágiles. He aprendido la importancia de olvidar viejos errores, para
empezar a cometer errores nuevos.
He aprendido a rodearme de gente en
paz para hacer la guerra. He aprendido que hay personas tan cegadas por la
envidia que no podrían ver jamás sus propias virtudes. He aprendido que no hay
esperanza más fuerte que la de los desesperados, que no hay felicidad más pura
que la de los enfermos, que no hay dignidad más noble que la de las personas
sencillas.
He aprendido que el problema, la
mayoría de las veces, se soluciona comprendiéndolo. He aprendido a escribir,
porque he aprendido a tachar. He aprendido a escuchar, porque he aprendido a
callar. He aprendido a renacer, porque he aprendido a perdonar. He aprendido
que mi seis era un nueve para ti, poniéndome en tu lugar.
He aprendido que no soy mejor que
nadie, ni peor tampoco. He aprendido que hay historias de amor que, justamente
porque no ocurrieron nunca, terminan siendo inolvidables. He aprendido que la
felicidad no existe, sino que somos nosotros los que la hacemos o no la hacemos
existir. He aprendido que el dinero salva menos vidas de las que compra. He
aprendido que los ancianos necesitan tanto cuidado como los niños.
He aprendido que la codicia es una
enfermedad social. He aprendido que el poder no puede tanto como el querer. He
aprendido a no cantar sin un motivo, a no rezar sin un deseo, a no trabajar sin
una esperanza. He aprendido que el humor es algo muy serio, y que la gente
demasiado seria me suele hacer reír. He aprendido que el hombre neutral muere
de neutralidad.
He aprendido a desaprender. He
aprendido a desaprenderme. He aprendido a amar, que es lo mismo que aprender a
vivir. He aprendido a vivir, que es lo mismo que aprender a convivir. Y eso,
justamente eso, es lo único que quiero seguir aprendiendo. Y eso, justamente
eso, es lo mejor que aspiro a aprender.