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MAXIMO POTENCIAL

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mandela

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NR

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POESÍA

POESÍA




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CORTO

* MARIO ALONSO PUIG: "LA FELICIDAD ES DESCUBRIR EN LA VIDA EL SENTIDO DE NUESTRA EXISTENCIA" *


MEDITACIÓN Y RELAJACIÓN

miércoles

EL ALMA DE UN JOVEN AFLIGIDO DE AMOR SIGUE A SU AMADO EN UN VIAJE

En un prado primaveral tachonado de primorosas flores y lozanas hierbas había dos personas ricas y elegantemente vestidas cogiendo flores de primavera. Sus rostros estaban escondidos en grandes sombreros.
Un joven permanecía observando esas dos graciosas siluetas. No podía ver sus caras, y sentía curiosidad por saber a qué hermosos muchachos podían pertenecer. Sentía un gran deseo de ver sus deliciosas caras. Entonces una vieja sirvienta salió de la tienda y las llamó: "Queridas doncellas, queridas Ofuji y Oyosi". El joven quedó desilusionado al ver que las dos agraciadas personas eran mujeres y no muchachos. Se fue rápidamente a la ciudad de Sendai, capital de la provincia.
Al final de una de las calles de esta ciudad, había una droguería cuyo propietario era un cierto Hiusuke Ronishi. Al pasar nuestro joven junto a la tienda, un delicioso aroma de incienso se esparció desde las negras cortinas del fondo de la misma, que separaban la parte comercial de la vivienda. El perfume era más dulce que el famoso incienso de Crisantemo Blanco, que solamente poseía el señor de la provincia. El joven tenía una aguzada inclinación hacia el incienso y se sintió atraído por el perfume.
Así que entró en la tienda y, después de comprar algunos perfumes corrientes, dijo al propietario: "Me gustaría comprar ese incienso que ahora estás quemando en la trastienda. Su perfume es exquisito. ¿Podrías darme un poco?". Pero el propietario le contesto: "Ese incienso es el favorito del hijo, y no lo podemos vender"
El joven se quedó abatido, y se demoró un momento por la tienda, porque no se podía sustraer de aquel delicioso olor, y se fue no sin gran pesar. Su nombre era Itjikuro Banm y era guardia de la provincia de Tsugaru e inmensamente rico. Era un adicto apasionado del amor viril, y no malgastaba un pensamiento en las mujeres. En aquel preciso momento se dirigía a Yedo para ver a un celebrado joven actor llamado Dekeijima, cuya belleza atraía la admiración de muchos hombres. Su sirviente había recibido carta de un amigo de Yedo elogiando la belleza de Dekijima, y Itjikuro se había puesto inmediatamente en camino para verle. Era una persona de gran refinamiento y dignidad, de una categoría que raras veces se encuentra en un país tan distante.
Jutaro, el hijo del droguero, había visto a Itjikuro y se había enamorado de él. Pensó: "Mi tersa juventud no podrá durar siempre, y pronto seré un adulto. Muchos hombres me aman y admiran a causa de mi belleza, y he recibido más de un centenar de cartas de amor, pero no he leído ninguna de ellas. La gente dice que no tengo corazón porque no correspondo a la atención de ningún hombre. Sólo ese elegante varón me ha trastornado. Si pudiera otorgarme su amor, yo le amaría durante toda la vida, ya que en verdad le amo desesperadamente. Su belleza varonil me ha hecho perder la cabeza. Me ha fascinado". Su sangre demasiado caliente y juvenil lo inflamó de tal suerte, que su pasión le hizo derrumbarse. Sus ojos se quedaron fijos y parecía un loco. Embestía a su alrededor, sosteniendo su muy estimado perro de aguas en la mano derecha, mientras blandía una espada con la otra. Nadie podía acercársele. Finalmente, con riesgo de su propia vida, su nodriza se las compuso para sujetarlo. Lo consoló y confortó: "Mi querido joven amor, cálmate. Nosotros llamaremos a ese viajero y arreglaremos tu amor. Te suplico que te domines, mi querido amo". Entonces el joven se quedó más tranquilo. Sus padres tomaron a su servicio un sacerdote peregrino para que rezara por su restablecimiento.
Hiusuke, el padre del joven, se había casado, a los treinta y cinco años, con la hija de un rico mercader, pero había llegado a la edad de sesenta años sin haber tenido un hijo. Entonces él y su mujer rezaron a Tenjin para que les concediera un hijo y estuvieron rezando durante siete días ante el altar del dios. La noche del séptimo día soñaron que una flor caía de un ciruelo a la boca de la esposa y que ella quedaba preñada. Estuvieron muy contentos y agradecidos al dios Teijin. Entonces nació Jutaro.
Apenas tenía cinco años cuando empezó a escribir cartas en chino sin haberlo estudiado nunca. A los trece escribió un cuento acerca del encuentro entre dos jóvenes amantes que tenían que separarse poco después de una noche de verano. Tituló el libro "El amor de una efímera noche de verano". Tal era su talento.
Por esta razón su repentina enfermedad causó una gran aflicción a sus padres y amigos. La plegaria del sacerdote no surtió demasiado efecto. Jutaro se encontraba en un continuo delirio, y cada día estaba mas decaído. Su pulso se hizo tan débil que perdieron toda esperanza de salvarlo. Sus padres tejieron una hermosa mortaja blanca y confeccionaron un bello ataúd para su entierro, puesto que esperaban su muerte en cualquier momento.
Pero un día, repentinamente, el joven levantó su fatigada cabeza y dijo con voz débil a sus deudos: "Soy feliz porque el hombre al que amo pasará por la calle mañana por la tarde. Paradle y traédmelo"
Quienes le escucharon pensaron que estaba delirando, pero para calmarlo enviaron a un hombre llamado Biwajutji a esperar al extranjero a la puerta de la ciudad. Y he aquí que tal como el enfermo había predicho, llegó el extranjero. Lo condujeron a la casa de Hiusuke, y el padre, dominado por la emoción, le contó la extraña enfermedad de su hijo.
Itjikuro se conmovió por este amor, y dijo al padre: "Si tu hijo muere, me haré sacerdote, para así poder rezar toda mi vida por la salvación de su alma. Pero deseo verlo antes de que muera. Me gustaría decirle adiós antes de que deje este mundo".
Entraron en el dormitorio del joven, y el debilitado Jutaro enseguida se incorporó en su cama, tan pronto como vio a quien amaba. Y se recuperó inmediatamente, y se encontró tan bien como antes había estado. Todo el mundo quedó sorprendido por este hecho.
Jutaro dijo a Itjikuro: "Mi cuerpo permanecía aquí, pero mi alma ha estado contigo todo este tiempo. Quizás tú, no te has dado cuenta. Señor, te amo. Una noche cuanto tu habías entrado en la habitación interior en Hirizumi, después de haber visitado los sitios históricos de Takadatji, mi alma durmió contigo en la misma cama y te amo sin decirte una palabra. Entonces coloqué un poco de mi incienso especial en tu manga. ¿Todavía lo tienes?"
Itjikuro sacó un pedazo de incienso de su bolsillo y dijo: "Esto es ciertamente extraño. Fui feliz al encontrar este incienso exquisito en mi manga, pero no podía explicarme de donde había venido. Ahora lo entiendo, y es un milagro. No sabía que habíamos establecido un contrato de amor"
El joven replicó: "Deseo darte una prueba de ese contrato, que hará que me creas". Tomo un pedazo de incienso de su bolsillo y, juntando las dos piezas demostró que encajaban perfectamente; también su perfume era el mismo. Itjikuro quedó convencido, y juraron amarse mutuamente por siempre, hasta el fin de su existencia. Itjikuro regresó a su ciudad natal, llevando a Jutaro en su caballo, y los deudos del muchacho de buena gana accedieron a entregarlo a su amado.
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Historias de Amor entre Samuráis