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Desde esta mañana los obispos, los carcas, los tenues y pusilánimes dormirán más tranquilos sin temer a los ladridos a cara de perro que les recordaba su miseria y mala fe. Paco Vidarte nos ha dejado. Un linfoma y el VIH ha sido el arma que la reacción ha escogido esta vez. Su rabia seguirá en nuestros corazones como motor de vida y lucha. Nunca podremos olvidar esta experiencia de liberación compartida con él. Porque pese a Dios, pese a los obispos, a los fachas y a toda su oscuridad, seguiremos mordiendo como él nos enseñó. Eutsi