Sí, amigo mío, sólo la razón debe advertirnos que dañar a nuestros semejantes nunca puede hacernos dichosos; y nuestro corazón indicarnos que contribuir a la felicidad ajena es el más grande goce que la naturaleza nos haya acordado sobre la tierra. Toda la moral humana está contenida en esta frase: hacer tan felices a los demás como uno mismo desearía serlo, y nunca causarles más daño del que uno mismo quisiera recibir. He aquí, amigo mío, he aquí los únicos principios que debemos seguir, y no hay necesidad ni de religión ni de Dios para apreciarlos y admitirlos, sólo hace falta un buen corazón. Pero siento que desfallezco; predicante, abandona tus prejuicios, sé hombre, sé humano, sin temor y sin esperanza; deja de lado tus dioses y tus religiones; todo esto no sirve más que para poner el hierro en la mano de los hombres, y la sola mención de todos estos errores ha hecho verter más sangre sobre la tierra, que todas las otras guerras y flagelos juntos. Renuncia a la idea de otro mundo, no lo hay, pero no renuncies al placer de ser feliz en éste y de hacer felices a los demás. Es la única posibilidad que la naturaleza te ofrece de duplicar tu existencia o de extenderla.
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"Elogio de la Insurrección:
Diálogo entre un sacerdote y un moribundo"
(Fragmento)
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Marqués de Sade