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POESÍA

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CORTO

* MARIO ALONSO PUIG: "LA FELICIDAD ES DESCUBRIR EN LA VIDA EL SENTIDO DE NUESTRA EXISTENCIA" *


MEDITACIÓN Y RELAJACIÓN

domingo

AL OTRO LADO DEL ESPEJO

LOS INSTITUTOS, ESPACIOS HOSTILES PARA
LOS ADOLESCENTES HOMOSEXUALES

EL ACOSO ESCOLAR POR HOMOFOBIA ES MÁS DIFÍCIL DE ERRADICAR
..
HEGOAK - JOSE IGNACIO PICHARDO GALÁN - INVESTIGADOR DEL DEPARTAMENTO DE ANTROPOLOGÍA SOCIAL DE LA UAM.

Quizás sea por desconocimiento de su realidad; por distanciarnos de la homófoba identificación de homosexualidad y pederastia; por pensar que la sexualidad comienza con la mayoría de edad o simplemente porque queremos olvidar nuestros usualmente difíciles años de adolescencia, pero lo cierto es que ni la sociedad en general ni la comunidad GLBT en particular suelen tener en cuenta a los menores de 18 años. Hasta hace poco se les prohibía la participación en muchos colectivos y aún ahora no pocas páginas web, servicios públicos para personas homosexuales y transexuales (como el de la Comunidad de Madrid) y otros espacios de encuentro para homosexuales, les están vetados a los más jóvenes. El sentimiento de “adolescencia perdida” es común a la mayor parte de las personas que pertenecemos a minorías sexuales y hoy, con los importantes cambios legales y sociales que experimentamos a nuestro alrededor, nos gusta pensar que está todo conseguido y que probablemente los chicos y chicas más jóvenes no tienen que pasar por las mismas situaciones de exclusión que nosotros/as vivimos. Desde la Comisión de Educación de Cogam y el Departamento de Antropología Social de la Universidad Autónoma de Madrid habíamos realizado en el año 2005 una investigación sobre “Homofobia en el sistema educativo” que vino a corroborar lo que muchos ya sabíamos: que la homofobia está presente de una manera u otra en todos los centros escolares y que, por tanto, los institutos son espacios hostiles para los adolescentes que no siguen la norma heterosexual. No obstante, esta realidad se encuentra constantemente invisibilizada al abordar la cuestión del acoso escolar en los centros educativos y, lo que es peor, silenciada en buena parte de los casos por los propios profesionales de la educación.Y si una injusticia no se ve, no se lucha contra ella. En España, por ejemplo, no existen estudios sobre la incidencia del suicidio entre los adolescentes homosexuales, aunque estudios realizados en otros países indican que estos chicos y chicas tienen hasta tres veces más riesgo de suicidio. El acoso escolar por homofobia presenta características específicas que lo hacen más difícil de erradicar que otros tipos de acoso. En primer lugar, la falta de apoyo familiar. Si una persona es agredida en la escuela por su aspecto físico o por su raza, probablemente no tendrá problema en decirlo en casa y seguramente contará con el apoyo de su familia. Por el contrario, la mayor parte de chicos y chicas que sufren acoso homófobo tienen miedo a decirlo en su hogar por miedo a la posible reacción negativa de sus familiares. Desgraciadamente, en varios casos este miedo está justificado: por mera probabilidad estadística muchos de los niños y niñas que fueron llevados por sus padres a las manifestaciones contra el matrimonio homosexual serán mañana adolescentes GLBT ¿Creéis que estos chicos y chicas piensan que podrán contar con el apoyo de sus padres y madres para salir del armario?
Otro elemento que dificulta la lucha contra la homofobia es el llamado contagio del estigma. Si a un chico le llaman “gordo”, “moro” o “gafas” y un compañero acude en su auxilio, no le increparán con los mismos adjetivos despreciativos si él no presenta esas características, pero si al chico le llaman “maricón”, cualquier amigo suyo –acuda en su auxilio o no, sea homosexual o no– corre el riesgo de que a él le insulten del mismo modo si insiste en seguir a su lado. Esto hace que la exclusión, en una etapa vital en que las redes de amistad juegan un papel tan importante, sea una de las principales formas de acoso que se sufre en la escuela si no se sigue la heteronormatividad. El contagio del estigma también dificulta extremadamente la consecución de aliados para luchar contra la homofobia, ya que aunque no hay que ser negro para luchar contra el racismo, parece que sólo las personas GLBT tendrían que mostrarse beligerantes contra las actitudes homófobas.
Por otro lado, la discriminación homófoba se encuentra normalizada y, por ejemplo, los insultos del tipo “maricón” son permitidos (e incluso muchas veces emitidos) por el profesorado en los centros bajo la justificación de que no tienen un contenido denigratorio. Esta normalización se da en ocasiones por parte de las propias víctimas, a quienes cuando se les pregunta si han tenido problemas en el instituto responden: “Yo no. Lo normal: insultos, alguna colleja… pero no tuve problemas graves”. Los institutos y la adolescencia constituyen un tiempo y un espacio donde se exacerba la homofobia ya que estamos en una etapa en la que la identidad de género se reafirma y, desgraciadamente, la homofobia forma parte de la masculinidad tradicional. Como decía un estudiante: “despreciar a los gays te hace más macho”. Veremos adelante que esto tiene como consecuencia que los chicos sean mucho más homófobos que las chicas.
Tras este estudio, que realizamos con encuestas y observación participante en institutos de la Comunidad de Madrid, decidimos que debíamos escuchar a los adolescentes GLBT y que nos contaran en primera persona sus experiencias, sentimientos, dificultades y, también, sueños y esperanzas. Para realizar el estudio “Adolescencia y sexualidades minoritarias: voces desde la exclusión” nos pusimos a hacer observación participante en internet y entrevistamos a chicos y chicas (gays, lesbianas, bisexuales y transexuales) de entre 13 y 18 años y de diversos lugares de la geografía española (de Donosti a Cádiz pasando por localidades grandes y pequeñas de Cantabria, Madrid, Burgos o Barcelona). Y la primera conclusión es precisamente esa: los adolescentes GLBT existen, están ahí. Algunos lo tienen claro y otros no (en este estudio, obviamente, están los primeros) y, como el resto de adolescentes, también tienen relaciones sexuales o quieren tenerlas, enamorarse, etc. Nos llamó la atención la gran capacidad de autoafirmación y resistencia de quienes colaboraron en este estudio, características que por desgracia no todos los adolescentes GLBT comparten. Todos ellos y ellas han vivido agresiones (verbales y en algunos casos físicas). Algunos quizás no en primera persona, pero sí hacia gente de su alrededor, lo que les pone en alerta de los riesgos de salirse de la heteronormatividad y les lleva a expresarse en términos de “miedo” o “tener cuidado” para no tener problemas. Mientras cualquier adolescente ve como lo más normal del mundo que sus amistades se comporten como lo que son, amigos y amigas, ellos repiten constantemente la idea de que han tenido suerte porque sus amistades no les han rechazado por ser como son. Un elemento que resaltaban constantemente son las dificultades que tienen para encontrar, entrar en contacto y conocer, a otros adolescentes GLBT. Hacerlo les proveería de grupos de iguales, de posibilidades de tener pareja o mantener relaciones sexuales y, en definitiva, de vivir la socialización en las relaciones sexoafectivas propias de su edad como sus compañeros/as heterosexuales: aprender las relaciones de cortejo, los amores y desamores adolescentes, las frustraciones del rechazo o la ruptura, las mieles y fantasías del enamoramiento, de gustar y sentirse gustado, la primeras caricias, la excitación compartida… El ambiente comercial se convierte entonces en la única salida para muchos, pero también aquí viven nuevas situaciones de exclusión por su edad, ya que en la mayoría de lugares no se les permite la entrada o no se encuentran a gusto con gente más mayor en espacios no pensados para ellos.
¿Para cuando una disco light de gays y lesbianas? En Barcelona hay una experiencia de este tipo y parece ser todo un éxito de crítica y, sobre todo, de público. Todas estas dificultades y la falta de una educación sexual específica sitúan a menudo a estos adolescentes en situaciones de riesgo. Hay en primer lugar una cierta tendencia a iniciarse en el sexo con personas mayores en un marco de desigualdad, lo cual no tiene por qué vivirse necesariamente como algo negativo. Se da así mismo una gran vulnerabilidad frente al abuso sexual, que por vergüenza no se denuncia.
Uno de los chicos entrevistados que lo sufrió confesaba: “Yo pensaba que era culpa mía”. Menor autoestima y una importante falta de información dificultan la prevención de infecciones de transmisión sexual o el acopio de la asertividad necesaria para evitar relaciones sexuales no deseadas. A pesar de todas las trabas que aún se mantienen, ha habido cambios significativos para la vida de los gays y lesbianas más jóvenes. Uno de ellos es que los chicos y chicas que hemos entrevistado saben lo que son (le pueden poner un nombre), aunque muchos necesitan ayuda para aclararse. Esto puede parecer una obviedad desde nuestros ojos del siglo XXI, pero ¿cuántos gays y, sobre todo, cuántas lesbianas pensaban que eran los únicos/as en el mundo hasta que descubrieron en el diccionario la palabra “homosexual” o “lesbiana”? La posibilidad de tener una pareja del mismo sexo, de tener hijos, de formar sus propios modelos de familia, de ser felices… forma ya parte de sus horizontes vitales. Ahora hay otras vías disponibles más allá de casarse con una persona del otro sexo o meterse a cura/monja. Además, algunas madres, padres y familiares conocen lo que es la homosexualidad y la transexualidad y les apoyan. Otros muchos, no. Estos chicos y chicas tienen referentes (especialmente de gays; de lesbianas y de personas trans, no tantos). Sin embargo, en sus mundos apenas aparece la homosexualidad o la transexualidad: videojuegos, películas, música… A pesar de que van apareciendo personajes pertenecientes a minorías sexuales en los medios de comunicación, no hay tantos como algunas veces queremos pensar y las imágenes que se dan de ellos (ellas casi ni aparecen) son estereotipadas o basadas en prejuicios, lo que hace que muchos adolescentes GLBT se sientan agredidos a menudo por los medios de comunicación. Internet constituye la principal herramienta de los más jóvenes para afrontar su identidad: les provee de muchísima información, que no es lo mismo que formación, sobre la sexualidad en general y la homosexualidad / transexualidad en particular. Les permite también establecer contacto con otros adolescentes de su edad y compartir experiencias. Sin embargo, de nuevo, la mayor parte de páginas específicas para personas GLBT exigen tener más de 18 años y faltan, por tanto, sitios propios para adolescentes GLBT en el ciberespacio. Ante esta realidad, uno de los chicos que participó en el estudio decidió crear un blog específico para ellos, “Pisando fuerte”. El pasado curso tuvimos la oportunidad de realizar un estudio en todos los institutos públicos de educación secundaria de dos localidades: Coslada (Madrid) y Maspalomas (Gran Canaria). Más de 4.500 estudiantes, 450 familiares y 75 profesores/as han respondido un cuestionario sobre actitudes ante la diversidad sexual y por primera vez tendremos datos estadísticamente representativos de lo que los adolescentes en general opinan sobre la cuestión. Aunque aún estamos analizándo los datos en este momento, sí hay algunas conclusiones preliminares que os podemos adelantar en las páginas de Hegoak. Por ejemplo, que en ambas localidades en torno al 82% de los chicos y chicas entre 12 y 18 años se declara heterosexual y un 5-6% se sitúa en un continuo entre la bisexualidad y la homosexualidad. Los datos por desagregados por sexo son, así mismo, coincidentes. Existe un 12% de estudiantes que no responde la pregunta sobre su deseo sexual, lo que nos hace aventurar que hay adolescentes GLBT en este grupo que no se atreven a escribir en un cuestionario su propia identidad sexual, probablemente porque ni siquiera lo tengan claro o asumido. Casi un 70% de los chicos varones tiene algún tipo de reparo ante el hecho deque una pareja de dos hombres muestren su afectividad en público. Hay que decir que aquí las chicas se muestran mucho más respetuosas con la diversidad sexual, ya que una mayoría de ellas (casi el 60%) ve bien que dos hombres o dos mujeres muestren su afectividad en público. Uno de cada tres chicos intentaría cambiarse de sitio si supiera que su compañero de mesa es gay y un 44,6% de los chicos y chicas creen que sus compañeros de instituto les rechazarían si fueran GLBT. Las actitudes homófobas, en consonancia con otros estudios internacionales, disminuyen sensiblemente entre aquellos estudiantes que tienen referentes GLBT en sus entornos cercanos (amigos, familia…). Un dato preocupante tiene que ver con el acoso específico que sufren las chicas, ya que aproximadamente un 15% de los chicos dicen que si una compañera les dijera que es lesbiana, intentarían ligar con ella. Esto quiere decir que en un aula de 30 alumnos, si una chica se muestra como lesbiana, habría al menos dos chicos intentando ligar con ella, lo que indica claramente una falta de respeto hacia su cuerpo, su identidad y su autonomía, al tiempo que expresa de un modo muy gráfico la mayor vulnerabilidad de las mujeres lesbianas a la hora de sufrir acoso sexual. Es muy positivo que la realización de esta encuesta haya traído la cuestión de la diversidad sexual a todos los institutos de ambas localidades. Muchos profesores y profesoras lo han utilizado para abordar la cuestión en clase y, en contra de lo que pudiera parecer, apenas se han dado resistencias por parte de claustros o madres/padres del alumnado. El miedo a la reacción de padres y madres aparece siempre como la gran amenaza para que no se den servicios a estos adolescentes, pero realmente no existen estudios o pruebas de que ellos vayan a reaccionar negativamente. ¿No se están utilizando a los familiares como excusa para no actuar? ¿No debería defender la sociedad los derechos de estos adolescentes por encima incluso de las posibles actitudes homófobas de sus padres? Para concluir, señalar que a pesar de los obstáculos y los trechos que nos quedan por recorrer para lograr la igualdad, la nueva generación de adolescentes GLBT viene cargada de tanta ilusión por su futuro, por ser felices, que ni siquiera la homofobia –ahora en minoría– podrá parar.